Page 16 - Apofénicos Vol.3

Una vez fui con amigos en busca de hon- Nadie lo ha hecho, pero si pidiera mi opi-
gos, quería esa experiencia. Algo más natu-
ral, de químicos sabía bastante. Llegamos,
y fue muy triste ver la confusión y el miedo
que experimentó uno de mis amigos. Todo el
tiempo la pasó mal y en consecuencia, todos
la pasamos mal. Estuvimos preocupados, todo
el tiempo, en alerta, fue desgastante. Algunos
fingieron estar bien, quizá con la intención de
aligerar la atmosfera tan densa. Pero, en esto
uno no puede mentir, todo se siente y sabía
que estábamos mal. El miedo había invadido
nuestros corazones. Que amaneciera y pudié-
ramos regresar a casa, fue lo mejor que nos
pudo pasar esa ocasión. No sabíamos que de
ahí en adelante, sería igual todo el tiempo.
Fue fácil fingir que nada pasó, pero de ahí
en adelante, tuve encuentros constantes con
estas emociones turbulentas y pesadas: mie-
do y confusión. Cada que experimentaba con
sustancias, estaban presentes. Incluso me
atrevo a decir que alguna vez nos enfrenta-
mos a una energía oscura, habitaba el cuerpo
de una mujer que, al igual que nosotros, esta-
ba drogada. En este estado se le hizo presente
y nos torturó toda la noche. Hasta que ama-
neció pudimos salir de ahí con la luz del sol.
Me volví temeroso, la oscuridad comenzó a
aterrarme como cuando era niño, otra vez
me sentía solo. Ahora sentía que estaba en-
loqueciendo. Creía ver todo el tiempo som-
bras rondando mi cama, refugiadas en algún
rincón desordenado de la habitación, ace-
chando, buscando el menor descuido para
atacar. Sentía presencias rondando mi cami-
no todo el tiempo. Paranoia, esquizofrenia.
Pensé que había enfermado mi ser ante tanto.
Bebí más alcohol del que pude soportar,
quería caer dormido, perdido, sin pensar
más en todo lo que había pasado. El peso
de saber que había encontrado algo mara-
villoso sólo para perderlo, era abrumador.
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nión para saber si recomiendo experimentar
un viaje de drogas de este tipo, le diría rotun-
damente que no lo hiciera. La alteración de la
conciencia es una responsabilidad mayor. Des-
pués de tal vez trece años, lo comprendo bien.
No sabia qué hacer con todo ello, ni para qué
usarlo. Al final, fue mejor renunciar a ese cami-
no y buscar comenzar de nuevo, de otra forma.
Había traído vida a este mundo. Mi hija
nació y no podía permitirme verla crecer
mientras llevaba esa malformación en mi ser.
Debía parar y recomponer, así me viera obli-
gado a renunciar a las propias filosofías que
tanto promoví por un tiempo, así enfrentara
la contradicción más grande en mi vida. El
sólo hecho de pensar que todo podía ser dis-
tinto, me inyectaba alivio y tranquilidad. Sin
más, fui por ello a la primera oportunidad.
Tiempo después comprendí que ese estado
de consciencia se gana. Se hace mérito para
llegar a la plenitud de la luz. Entrar ahí por
medio de una droga, es un acceso fácil. No hay
enseñanza, ni aprendizaje que solidifique el
acceso. El ser humano llega a la sabiduría por
medio del esfuerzo de vivir la vida tal y como
es, con sus dolores, sus alegrías y desencantos.
No hay grandeza cuando puedes obtener en
una dosis la alegría que buscas. Se irá, tarde
que temprano se ira. Sólo el trabajo, la disci-
plina, el esfuerzo de cruzar por ahí y el anhelo
de encontrar tu ser espiritual, asentará en tu
interno el mérito que necesitas. Despierta la
dignidad de quien puede mirar lo que ha logra-
do con su propio esfuerzo. Lo mejor es conocer
el camino por ti mismo, no por la sustancia.
Las disciplinas espirituales te guían para lle-
gar ahí, ese es el camino, ahí está para todos,
para el que en verdad lo desea. Busca ahí, en
las tradiciones, ellos resguardan el camino a
esta sabiduría. Lo demás es ilusión.
Alteración de la Concienica, una
responsabilidad mayor
| por José Luis Yanez L.
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