Page 12 - UNIVERSIDAD AUTONOMA DE ICA
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Docente: Nathia Erika Castro Vilcapuma
nada para él. En cuestión de segundos vi cómo se acercaba a mí con
intención de lastimarme.
Llorando le dije: “Papá, por favor detente”
Él no entendía nada y se acercaba lentamente. Hasta que llegó a
mí y no, no pude defenderme. Sentí cómo los golpes caían sobre mi frágil
cuerpo. Sentí como todos esos momentos con mi padre se esfumaban y
vi lentamente que aquella persona que prometió siempre estar conmigo y
cuidarme, rompía esa promesa.
Eran muchos golpes y yo de a pocos iba perdiendo el conocimiento.
Poco a poco iba perdiendo mis fuerzas y mucho peor, perdía mis
esperanzas de seguir con vida.
Con lo poco que me quedaba escuchaba los gritos de mamá
implorando que pare. Ella tampoco tenía las fuerzas suficientes para
poder interrumpir aquella golpiza.
Pero seguía descontrolado, nada lo detenía. Ni siquiera el recuerdo
de su pequeña hija, ni toda la sangre derramada…
Hasta que él mismo terminó con todos, con los sueños de una
familia feliz, con esos momentos de alegría y conmigo.
Cuando por fin entró en razón, ya era muy tarde. Yo ya no estaba,
me había ido.
Él se preguntó qué es lo que había hecho y empezó a llorar por mí.
Lástima que ya todo estaba hecho.
A veces pienso que quizá todo hubiese sido distinto.
Otras veces pienso que mi tiempo ahí era limitado.
Aún extraño la sonrisa de mamá y aquellos abrazos.
Aún extraño las veces en las que ambos me llevaban a la escuela.
Las veces en las que salíamos algún fin de semana o cenábamos
juntos.
A pesar de todo lo malo, te perdono papá.
Y… Tal vez me encuentre mejor aquí, lejos…