Page 47 - Donde termina el arco iris
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CECELIA AHERN Donde termina el Arco Iris
RUBY: Es verdad.
ROSIE: Bueno, sinceramente, Ruby, puede que sea un gilipollas, pero acabábamos de
hacer una pausa una hora antes... y era la tercera en menos de tres horas...
RUBY: ¡Te estás convirtiendo en uno de los suyos!
ROSIE: Ja, ja. Tengo una hija que alimentar.
RUBY: Yo también.
ROSIE: Tu hijo se alimenta solo, Ruby.
RUBY: Oye, deja en paz a mi gordinflón. Es mi niño y lo quiero tal como es.
ROSIE: Tiene diecisiete años.
RUBY: Sí, y es lo bastante mayor como para tener un hijo propio, según tus
parámetros...
ROSIE: Bueno, todo le irá bien mientras no vaya a ese baile del colegio con el hombre
menos interesante y más feo del mundo. Así no tendrá que beber una
cantidad descomunal de alcohol para engañar a su cerebro y pensar que ese
hombre es guapo y divertido y..., en fin, ya sabes el resto.
RUBY: ¿Estás insinuando que mi hijo quizá debiera tener una relación gay en su baile
de debutantes?
ROSIE: ¡No! Sólo estaba diciendo...
RUBY: Ya sé lo que estabas diciendo, es sólo que creo que mi querido hijo es
precisamente la clase de chico al que sólo será capaz de amar una chica que
vaya más bebida de la cuenta.
ROSIE: ¡¡RUBY!! ¡¡Cómo te atreves a decir eso de tu hijo!!
RUBY: ¿Y por qué no? Le quiero con todo mi corazón, pero el pobre no ha nacido con
las trazas de su madre. En fin, dejemos eso. Dime, ¿cuándo piensas decidirte a
salir con alguien?
ROSIE: Ruby, no quiero que tengamos esta conversación otra vez. ¡Todos los tíos que
has intentado encasquetarme eran unos excéntricos de cuidado! No sé de
dónde sacas a esos hombres y en realidad creo que prefiero no saberlo, pero
después del último fin de semana puedo asegurarte que no volveré a ir a Joys
nunca más. Además, mira quién habla. ¿Cuándo fue exactamente la última
vez que saliste con alguien?
RUBY: ¡Eso es un asunto completamente distinto! Soy diez años mayor que tú, he
tenido que pasar por un divorcio muy difícil para librarme de ese cabroncete
egoísta y tengo un hijo de diecisiete años que sólo se comunica conmigo
gruñendo algunos monosílabos. Me parece que es hijo de un simio (en
realidad, me consta que lo es). ¡No tengo tiempo para los hombres!
ROSIE: Pues yo tampoco.
RUBY: Rosie, cariño, tienes veintiséis años, aún te quedan por lo menos diez más antes
de que todo se acabe. Tendrías que salir un poco y pasártelo bien. Deja ya de
llevar el peso del mundo sobre tus hombros. De eso me encargo yo. Y deja
también de esperarle.
ROSIE: ¿Que deje de esperar a quién?
RUBY: A Alex.
ROSIE: ¡No sé de qué me estás hablando! ¡Yo no estoy esperando a Alex!
RUBY: Sí que lo esperas, querida amiga. Debe de ser un hombre excepcional, puesto
que para ti ninguno está nunca a su altura. Y me consta que eso es lo que
haces cada vez que conoces a alguien: compararlo. Estoy convencida de que
Alex es un amigo fabuloso y seguro que siempre te dice cosas encantadoras y
maravillosas. Pero no está aquí. Está a miles de kilómetros, trabajando de
médico en un gran hospital, y vive en un apartamento elegante con su
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