Page 43 - Donde termina el arco iris
P. 43
CECELIA AHERN Donde termina el Arco Iris
Rosie & Katie:
¡FELIZ AÑO NUEVO!
¡Que este año os depare montones de diversión, amor y felicidad!
Con amor,
Alex y Sally
Querida Stephanie:
No vas a creerte la tarjeta que acaban de dejar esta mañana por debajo de la
puerta de casa. Por poco vomito. Estaba limpiando y poniendo un poco de orden
después de la fiesta de Nochevieja que dan todos los años papá y mamá cuando ha
hecho su entrada triunfal por el felpudo. ¡Me sorprende que no la acompañara un
clamor de trompetas! «¡Tarín, tarán! ¡Anunciamos la llegada de una tarjeta
extremadamente patética!» (Nuestro adorable tío Brendan asistió a la fi esta, por
cierto, y no me quitó el ojo del escote, como de costumbre. Preguntó por ti... un
montón de veces. Dios, ¡qué asqueroso!) Había unos diez millones de botellas de
vino rodando por el suelo cuando he bajado esta mañana, y por poco tropiezo con un
tablero de Trivial Pursuit (sí, fue una de esas noches). Esos ridículos gorritos de papel
estaban por todas partes, colgados de las bombillas, fl otando en la salsera, con un
aspecto de lo más desagradable. Había bolsitas de regalo por todas partes y las
chorraditas que contenían, como esas linternillas del tamaño de un pulgar y
rompecabezas de unas dos piezas, estaban esparcidas entre los restos de comida.
¡Todo estaba patas arriba!
Francamente, Steph, cada vez que papá y mamá se marchaban montábamos
unas fiestas de locura, pero al menos nos controlábamos para no comportarnos como
animales de granja. Se pasaron toda la noche gritando y cantando (bueno, intentando
cantar), y bailando (o más bien pataleando como en una especie de rito tribal). La
pobre Katie estaba aterrorizada con tanto ruido (¡es evidente que no puede ser hija
mía!) y como no paraba de llorar, la metí en la cama conmigo y me arreó unos diez
codazos en la cara. Finalmente los invitados comenzaron a marcharse a eso de las 6 o
las 7 de la mañana y cuando por fin me estaba durmiendo, un pequeño monstruo se
me echó encima exigiendo comida.
En fin, lo que intento decir es que mi estado de ánimo no era el mejor para hacer
frente a lo que ha llegado a mi umbral. Tenía la cabeza a punto de estallar, estaba
agotada después de haber limpiado el desaguisado que había en casa (lo cual está
bien, ya que al fin y al cabo es casa de papá y mamá y están teniendo la amabilidad
de alojarme «gratis» así que no me estoy quejando de ellos), sólo quería paz y
tranquilidad y dormir un poco.
Pero llegó la tarjeta.
Delante había una encantadora fotito de Alex y Sally bien abrigados con sus
chaquetones de invierno, sus guantes, sus gorros, etc., posando en un parque
cubierto de nieve abrazados a... un muñeco de nieve. Un puñetero muñeco de nieve.
Parecían asquerosamente felices. Dos alegres cerebritos de Harvard. Me entran
náuseas de sólo pensarlo. ¿¿¿No te parece lamentable enviar una foto de ti y tu novio
haciendo un muñeco de nieve??? Muy, muy, muy lamentable. Así de lamentable
puede ser. ¡¡Y no digamos si me la mandas a mí!! ¡Qué cara más dura! Tendría que
haberles enviado una foto mía con... con... George (el vendedor de golosinas, que es
el único tío con quien hablo hoy por hoy), saltando en los charcos de la calle con un
frío pelón. ¡Seguro que les causaría el mismo efecto!
- 43 -