Page 40 - Donde termina el arco iris
P. 40
CECELIA AHERN Donde termina el Arco Iris
Capítulo 8
ROSIE: ¡Cálmate, Stephanie!
STEPH: ¡No puedo! ¡Esto es demasiado estrafalario! ¡Sois como hermanos! ¡Alex es
como mi hermano pequeño! ¡No podéis hacerlo!
ROSIE: ¡STEPHANIE! ¡NO LO HICIMOS!
STEPH: Ah.
STEPH: Pues entonces ¿qué ocurrió?
ROSIE: Ahora no pienso contártelo, Doña Histerias.
STEPH: ¡Deja de torearme y cuéntamelo de una vez!
ROSIE: Vale, soy consciente de que fue una gran estupidez por mi parte y estoy
profundamente avergonzada, así que no te pongas hecha una furia conmigo...
STEPH: Continúa...
ROSIE: Bueno, en realidad es mucho más inocente de lo que piensas, pero sigue siendo
muy embarazoso. Le di un beso a Alex.
STEPH: ¡Lo sabía! ¿Y qué pasó?
ROSIE: Nada, que no me correspondió.
STEPH: Vaya. ¿Y te importó?
ROSIE: Lo que me tiene desasosegada es que sí. Me importó.
STEPH: Oh, Rosie, lo siento mucho... pero estoy convencida de que Alex reaccionará.
Probablemente se quedó de una pieza. ¡Seguro que siente lo mismo! ¡Qué
emocionante! Siempre he pensado que algún día ocurriría algo entre vosotros.
ROSIE: He estado tendida en la cama mirando al techo desde que llegué a casa,
intentando entender lo que me ocurrió. ¿Perdí la cabeza y actué
impulsivamente por culpa de algo que comí? ¿O fue algo que dijo Alex y que
quizá malinterpreté? Estoy intentando convencerme de que no fue
únicamente el silencio de ese instante lo que cambió mi corazón.
Al principio teníamos tanto que contarnos que hablábamos a más de cien
palabras por segundo y cuando apenas habíamos escuchado el fi nal de la frase
del otro, ya habíamos pasado a la siguiente. Y nos reíamos. Nos reíamos
mucho. Luego la risa cesó y se hizo ese silencio. Ese silencio extraño y cómodo
a la vez. ¿Qué demonios fue eso?
Fue como si el mundo dejara de dar vueltas en ese instante. Como si todos los
que nos rodeaban hubiesen desaparecido. Como si hubiese olvidado todo lo
que me aguardaba en Irlanda. Fue como si esos pocos minutos hubiesen sido
creados sólo para nosotros y lo único que pudiéramos hacer fuese mirarnos el
uno al otro. Era como si Alex estuviera viendo mi cara por primera vez.
Parecía confundido y al mismo tiempo complacido. Exactamente igual que yo.
Porque estaba sentada en la hierba con mi amigo íntimo Alex, y aquél era el
rostro de mi amigo íntimo Alex con su nariz, sus ojos y sus labios, pero todo
ello me parecía distinto. De modo que le di un beso. Me dejé llevar por la
magia del momento y le di un beso.
STEPH: Caray. ¿Y qué te dijo?
ROSIE: Nada.
- 40 -