Page 39 - Donde termina el arco iris
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CECELIA AHERN                                                             Donde termina el Arco Iris


                       que no le veo. ¡No sé ni si le reconocería!
               ROSIE: Está la mar de bien. Se le ha pegado un poco el acento americano por más que
                       lo niegue. Pero sigue siendo el mismo Alex de siempre. Tan encantador como
                       de costumbre. Me mimó de mala manera durante toda la semana, no me dejó
                       pagar nada, me llevó a un sitio distinto cada noche. Fue agradable sentirse
                       libre otra vez.
               STEPH: Eres libre, Rosie.
               ROSIE:  Ya lo sé. Pero a veces no me siento libre. Allí me sentía como si no tuviera
                       ninguna preocupación. Las cosas me parecían estupendas y fue casi como si
                       todos los músculos del cuerpo se me relajaran en cuanto aterricé allí. No me
                       había reído tanto en años. Me sentí como una veinteañera, Steph. Y eso no
                       suele ocurrirme últimamente. Ya sé que seguramente te parecerá raro, pero me
                       sentí como la Rosie que pude haber sido.
                       Me gustó no tener que vigilar a nadie mientras paseaba por la calle. No tuve
                       los casi cincuenta ataques al corazón diarios que normalmente tengo cuando
                       pierdo de vista a Katie o cuando se mete algo que no debe en la boca. No tenía
                       que lanzarme apresuradamente al suelo para cogerla y evitar que algún coche
                       la atropellara. Me gustó no tener que enfadarme con nadie, ni corregir la
                       pronunciación de nadie, ni amenazar a nadie. Me gustó reírme de un chiste
                       sin que me tiraran de la manga y me pidieran que lo explicara. Me gustó
                       mantener conversaciones de adultos sin que me interrumpieran para que
                       soltara exclamaciones de alegría y aplaudiera un baile estúpido o el uso de
                       una palabra nueva. Me gustó ser sólo yo, Rosie, y no mamá; pensar sólo en
                       mí,   hablar   de   lo   que   me   apeteciera,   ir   a   donde   quisiera   sin   tener   que
                       preocuparme de lo que Katie estuviera tocando o metiéndose en la boca, ni de
                       sus berrinches por tener sueño. ¿No es espantoso?
               STEPH: No tiene nada de espantoso, Rosie. Sienta bien tener tiempo para ti misma,
                       pero supongo que también te habrás alegrado de volver a ver a Katie, ¿no? Y
                       dime, si todo era tan estupendo, ¿por qué has regresado tan pronto? Tenías
                       previsto quedarte una semana más. ¿Ocurrió algo?
               ROSIE: No merece la pena comentarlo, la verdad.
               STEPH: Venga, Rosie. Siempre sé cuándo algo te tiene preocupada y puedes contarme
                       lo que sea.
               ROSIE: Llegó el momento de irse y ya está, Steph.
               STEPH: ¿Acaso Alex y tú os peleasteis o algo por el estilo?
               ROSIE: No. Me da vergüenza explicarlo.
               STEPH: ¿Por qué? ¿Qué quieres decir?
               ROSIE: Nada, sólo que una noche me puse en ridículo.
               STEPH: No seas tonta. ¡Seguro que a Alex no le importó! Te ha visto ponerte en ridículo
                       infinidad de veces.
               ROSIE: No, Steph, esta vez me puse en evidencia de una forma distinta. Créeme. No
                       fue una de las gamberradas típicas de Alex y Rosie. Digamos que me arrojé a
                       sus brazos y al día siguiente me moría de vergüenza.
               STEPH: ¿QUÉ? ¿Insinúas que...? ¿Me estás diciendo que Alex y tú...?
















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