Page 63 - Donde termina el arco iris
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CECELIA AHERN Donde termina el Arco Iris
pero siempre me había dado miedo intentarlo. Deberías avergonzarte de haberme
armado de valor, ya que no tardó nada en esfumarse y me encontré con un millón de
entrevistas con un millón de empresas arrogantes que me odiaron por el descaro de
haber pensado que podía trabajar para ellas.
Así que veamos; ¿por cuál de esas bochornosas entrevistas comienzo? Hmm...,
hay mucho donde elegir. Bien, empecemos por la más reciente, ¿te parece? Ayer tuve
una entrevista para trabajar en la recepción del Two Lakes Hotel. (¿Lo recuerdas?
Uno muy pijo que hay en el centro.) La fachada es toda de cristal para que se vea el
resplandor de las inmensas arañas a kilómetros de distancia. Por la noche el edifi cio
brilla tanto que se diría que está en llamas. El restaurante está en el último piso para
que puedas ver toda la ciudad. La verdad es que es muy bonito.
Pero también es uno de esos sitios en los que hay un tipo vigilando la puerta (en
realidad, más bien un caballero) vestido con una especie de capa y sombrero de copa,
y que no deja entrar a nadie. No te escucha y se limita a repetir que para entrar tienes
que ser huésped del hotel. Francamente, ¿cómo va una a hospedarse en el hotel si no
le dejan cruzar la puerta? Bueno, finalmente me dejó entrar y por poco resbalo sobre
ese suelo de mármol tan pulido.
Reinaba un silencio tan absoluto que podías oír caer una horquilla. En serio: a la
chica que estaba en recepción se le cayó una horquilla ¡y lo oí! Bueno, supongo que
en realidad no había tanto silencio: se oían las notas de un piano que alguien tocaba
en un salón y también los hilos de agua de la fuente que presidía el vestíbulo;
sonidos de lo más relajantes. También había esos muebles enormes que de niña me
dejaban embelesada: espejos inmensos, arañas gigantescas, puertas tan grandes como
las paredes de mi apartamento. Las alfombras eran tan esponjosas que cuando las
pisé creí que saldría disparada hasta el techo.
Para la entrevista me senté a La Mesa Más Grande del Mundo. Dos hombres y
una mujer se sentaron en un extremo. Al menos creo que eran dos hombres y una
mujer: estaban tan lejos que apenas los veía (por poco les pido que me pasen la sal).
Pensé que debía esforzarme en parecer interesada por la empresa, tal como me
dijiste que hiciera, así que les pregunté por qué el hotel se llamaba Two Lakes , ya
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que yo no tenía constancia de que hubiera ningún lago en aquella parte de la ciudad.
Los dos hombres se echaron a reír y se presentaron como Bill y Bob Lake. Son los
propietarios del hotel. Qué vergüenza.
Así que básicamente me puse a hablar de lo que tú me dijiste: que si me gusta
mucho trabajar en equipo, que si tengo don de gentes, que si estoy muy interesada en
la gestión hotelera, que si soy tan buena trabajadora y me entrego en cuerpo y alma a
las tareas que emprendo, que si siempre termino las cosas que empiezo..., bla, bla,
bla. Y luego me enrollé durante lo que me pareció más de una hora contándoles que
adoro los hoteles desde que era niña y que siempre he deseado trabajar en un hotel.
(Bueno, el lujo es vivir en un hotel, pero ambos sabemos que no me lo puedo
permitir.)
Y entonces van y lo estropean todo diciendo una tontería del estilo de: «Dinos,
Rosie, después del tiempo que has estado trabajando para Andy Sheedy Paperclip &
Co., ¿qué has aprendido que consideres que puedes aportar a la recepción del Two
Lakes?».
Vamos, hombre, como si mereciera la pena preguntarlo.
Vaya, tengo que dejarte. Katie acaba de llegar del colegio con cara de pocos
amigos y todavía no he preparado la cena.
4 En español Two Lakes significa «dos lagos». (N. del T.)
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