Page 121 - Cementerio de animales
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«Bueno, Jud es un viejo, y a veces los viejos se hacen un lío con las fechas —
pensó Louis, intranquilo—. Él mismo dice que se ha vuelto olvidadizo, que a veces le
cuesta trabajo dar con nombres y direcciones que antes se sabía de memoria y que
hay días en los que al levantarse no se acuerda de lo que la víspera había proyectado
hacer. De todos modos, para su edad eso no es nada…, no llega a senilidad, sólo son
pequeños despistes. No tiene nada de particular que una persona olvide la edad de un
perro que murió hace más de setenta años. Ni de qué murió. No le des más vueltas,
Louis.»
Pero no podía volver a quedarse dormido. Se quedó despierto mucho rato,
sintiendo el vacío de la casa y oyendo silbar el viento en los aleros.
De pronto, se durmió sin darse cuenta; así debió de suceder porque, cuando ya iba
a caer, le pareció oír unos pies descalzos que subían lentamente la escalera y pensó:
«Déjame en paz, Pascow, déjame en paz. Lo hecho, hecho está y los muertos,
muertos.» Y las pisadas se extinguieron.
Aunque, a medida que iban acortándose los días, ocurrieron otras muchas cosas
inexplicables, Louis no volvió a ser molestado por el espectro de Pascow, ni despierto
ni dormido.
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