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La Segunda Venida de CriSto    105

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               grandes paredes, bajo una gran cueva; y grandes barras de hierro, de ocho o diez pulgadas
               de espesor. Y la gente, fuera de sí, con los brazos y las piernas retorcidas, golpeando la cabeza
               así. Y ella estaba llorando, diciendo: “Libere a la gente, hermano Branham”. Dijo: “Ayúdenos,
               estamos en problemas”. Ella misma, yo la conozco, ella pertenece a la… creo que “la Iglesia
               de Cristo”, o “la Iglesia Cristiana”, llamada “Iglesia de los Hermanos”. Así que ella…
                   31  Yo miraba a mi alrededor, y decía: “Ojalá pudiera”. Y seguí mirando a mi alrededor; y
               yo… mi pequeño y diminuto cuerpo, y esos grandes barrotes de hierro; y esa pobre gente ahí
               dentro. Y no se podía llegar a ellos, las barras de hierro estaban muy juntas. Y yo miré, y ellos
               estaban golpeando su cabeza como si estuvieran fuera de su mente.
                   32  Y vi algunas luces parpadeando por ahí. Y yo miré, y allí estaba el Señor Jesús con unas
               luces de arco iris alrededor de Él.  Él estaba mirando directamente hacia mí, y dijo: “Libera a
               esa gente”. Y se fue.
                   33  Y yo pensé: “Bueno, ¿cómo podría liberarlos? No tengo suficiente fuerza en mis brazos
               para romper esos barrotes”.
                   34  Así que dije: “Casa del infierno, ríndete al Nombre de Jesucristo”.
                   35  Y todo el crujido y el estallido, y las rocas rodando, y los barrotes cayendo; y la gente
               corriendo, gritando: “¡Liberados!” y gritando a todo pulmón, y todo fue liberado.
                   36  Y yo gritaba entonces: “Hermano Roy Borders, ¿dónde está? ¿Dónde está usted? ¡Dios
               está liberando a Su pueblo! ¿Dónde está, hermano Borders?”. Me he preguntado sobre eso.
                   37  Ustedes saben, el hermano Borders está muy asustado. Ustedes conocen la profecía,
               todos… muchos de ustedes la conocen, tienen las cintas y demás, acerca de la Costa Oeste.
                   (…)  239  Perdonen la expresión, o el testimonio en este momento, justo antes de cerrar.
               Recuerdo que aquí arriba en Twin City, creo que el hermano Brown y ellos estaban conmigo; y
               yo estaba tomando la vida de José, en la Biblia. Y leí esa Biblia, allí estaba un hombre del que
               no había nada en contra. Abraham, Isaac, Jacob, y todos ellos, tenían algo contra ellos, pero no
               José. ¡Que hombre, un hombre perfecto, un tipo perfecto de Cristo!
                   240  Cuando leí eso, me puse a llorar, un día, en mi pequeño y viejo cuarto de hotel. Y fui
               al armario donde tenía mi ropa colgada, junté la puerta, y dije: “Dios, quiero agradecerte por
               un hombre como José, un hombre que una vez vivió en la Tierra, un hombre de carne y hueso
               como yo, un hombre que pudo creerte y tomar Tu Palabra”. Era odiado por sus hermanos. No
               pudo evitar ser espiritual. Vio una visión. Podía interpretar los sueños. Todos lo odiaban por
               eso. No podía evitarlo, simplemente era así.
                   241  Vea, simplemente no era para los otros. Ellos deberían haberlo amado, pero en vez de
               eso… Cuando él les dijo, a veces las cosas en contra de ellos: “Oh (ellos decían), aquí viene
               ese soñador”. ¿Ven? Y ellos lo odiaron sin causa.
                   242  Yo dije: “¿Por qué hicieron eso?”. Y sin embargo ese hombre nunca se movió, se quedó
               allí. ¿Ven? Dije: “Gracias, Señor. Oh Dios, gracias por un hombre así”.
                   243  Y justo entonces el Espíritu Santo me reveló, dijo: “Tendrás un hijo, y lo llamarás José”.
               Me levanté de allí y agradecí al Señor.
                   (…)  277  Subí al molino a orar. Y empecé allí. Allí estaba esa Luz colgada entre dos árboles,
               dijo: “Regresa a tu… donde estabas, al Libro”.
                   278  Volví a la Biblia, y estaba colocada en mi auto. Y cuando lo hice, el viento la había
               soplado hasta donde Natán y David, donde dice: “Ve y dile a mi siervo David que lo tomé

               11  8 a 10 pulgadas = 20 a 25 cm
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