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78   La introducción de La Segunda Venida de criSto a Su igLeSia

               ofrecieron el mismo sacrificio, todos ellos estaban bajo la sangre derramada del cordero; pero
               había un grupo elegido. (…) Cuando la propiciación correcta fue hecha por ellos, ellos estaban
               en el Paraíso hasta llegar a esa obra en ese tiempo. Cuando ese tiempo fue cumplido, ellos
               habían vencido y estaban descansando, durmiendo; ¿ven?
                   (…)  [60]  Ahora, el resto de Israel no salió hasta la resurrección general.
                   61  Y ahora, en la Venida del Señor Jesús, aquellos que verdaderamente están amando Su
               Venida, lo cual es vivir para ella; cuando Él aparezca en el cielo, la Iglesia que está muerta
               en Cristo se levantará, y estos serán cambiados en un momento. El resto de ellos no sabrán
               nada al respecto. Recuerden, “aparecieron a aquellos en la ciudad”. ¿Ven? El Rapto será de
               esa manera. Nos veremos el uno al otro, y los veremos a ellos. El resto del mundo no los verá.
               Serán raptados en una ida secreta. ¡Esperando ese momento!


               LA SEÑAL
               1 de septiembre de 1963 [63-0901M]
               Jeffersonville, Indiana, Estados Unidos
               Rev. William Marrion Branham
                   [Párr. 89 incluido en Citas, pág. 112, párr. 978]
                   80  Así tiene que ser con cada creyente hoy, lleno con el Espíritu Santo: una señal de que la
               Sangre derramada del Cordero, esa Vida que estaba en el Cordero, ha vuelto nuevamente y ha
               quedado sellado allí públicamente; para que todo el que pasa, o que le hable, o tenga alguna
               asociación con usted, vea que la Sangre ha sido aplicada, y que la Señal de la Vida que estaba
               en esa Sangre está sobre usted. Usted está a salvo de la ira. Eso únicamente; no una membresía.
               ¡No señor!
                   (…)  Como dice en Hebreos 11: “Todos estos que anduvieron de acá para allá, cubiertos
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               de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados”, y todas estas cosas que
               hicieron; sin embargo, “no fueron perfeccionados sin nosotros”.
                   89  Y la Iglesia en este día, que ha recibido la Señal del bautismo del Espíritu Santo, que la
               Sangre ha sido derramada y que el Espíritu Santo está sobre la Iglesia; sin nosotros, entonces
               ellos no pueden resucitar. Mas ellos están dependiendo de nosotros, porque Dios prometió
               que la tendría, y alguien estará presente. Yo no sé quién será, pero alguien la recibirá. Yo soy
               responsable por una sola cosa y eso es predicarla; es asunto de Dios cuidar de esa simiente
               predestinada. Sin embargo, estarán allí; porque van a estar allí, cada uno de ellos, el uno con el
               otro. La Edad del Agua, la Edad de la Sangre, y ahora la Edad de la Señal del Espíritu Santo.
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                   (…)  Ahora el Espíritu mismo es la Señal. El mismo Espíritu Santo es la Señal, no la
               Sangre. La Sangre fue derramada en el Calvario, eso es cierto; pero la Sangre, en cuanto a
               lo que es, regresó a los elementos de los cuales había venido, del alimento del cual Él había
               vivido. Pero, fíjense, dentro de esa célula de sangre había una Vida que puso en movimiento
               esa célula de sangre. Si era… La química no tenía su propia Vida, y por eso no podía moverse.
               Pero cuando la Vida entró en la química de la sangre, allí formó una célula: formó Su propia
               célula; y luego célula sobre célula; y luego vino a ser un hombre. Y aquel hombre fue Dios:
               Emanuel en carne. Pero cuando esa Vida regresó otra vez: la química fue a ella; pero la Señal
               es el Espíritu Santo sobre la Iglesia, para que ellos vean a Cristo.
                   96  Tiene que ser, porque una mujer y su esposo llegan a ser uno. Ellos llegan a ser uno. Y así
               también la Novia y Cristo llegan a ser Uno. El ministerio de la Novia y el ministerio de Cristo
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