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Literatura 5° UNI
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Semana
El posmodernismo es concebido como la época de tránsito entre el modernismo y la vanguardia o como un período
posterior al modernismo. Durante los inicios de la Primera Guerra Mundial (1914 -1918), la poesía peruana fue
plenamente modernista, aunque ya presentaba cierta fatiga, tal como lo planteó José Gálvez en 1915 en su tesis
Posibilidad de una genuina literatura nacional. Allí, el autor sostiene que nuestra literatura presentaba
desorientación, desencanto, repetición, quiebre de influencias, cierta anarquía y crisis literaria.
Los representantes de este período, aunque aún con ciertos rezagos modernistas, fueron Abraham Valdelomar,
Pablo Abril, Federico More, Juan Parra del Riego, Alberto Hidalgo, etc.
ABRAHAM VALDELOMAR
“El conde de Lemos”
Nació en el puerto de Pisco (Ica), escenario recurrente de sus más importantes poemas y relatos. Estudió en la
Universidad de San Marcos. Participó en política apoyando al presidente Billinghurst. En 1916, fundó la revista
Colónida. Murió en Huamanga (Ayacucho).
Obras:
Género Obras
Narrativo Cuentos: “El caballero Carmelo” (1913), “El vuelo de los cóndores” (1914), “Los ojos de Judas”
(1914); “Hebaristo, el sauce que murió de amor” (1917).
Novelas: La ciudad de los tísicos (1911).
Lírico “Tristitia” (1916), “El hermano ausente en la cena de Pascua” (1913).
Expositivo “La psicología del gallinazo” (1917), “Belmonte, el trágico” (1918).
Características de su obra:
Iniciador del cuento costeño, al incorporar dichos elementos en sus relatos.
Presenta un tono evocativo en sus cuentos y poemas (nostalgia, melancolía).
La belleza en sus descripciones nos muestra la sensibilidad del autor.
Utilización de elementos y temas recurrentes: el mar, la costa, el hogar y la familia.
Sus cuentos más importantes presentan un narrador personaje.
LA NARRATIVA DE VALDELOMAR
Con Abraham Valdelomar, poeta, narrador, dramaturgo, cronista y ensayista
peruano (Ica, 1888 – Ayacucho, 1919), se inicia la renovación de las letras
peruanas en el siglo XX. Es, qué duda cabe, el punto de partida de la narrativa
moderna en el Perú.
En el campo de la prosística, Valdelomar abarcó numerosos géneros, pero ha sido
en el Cuento donde realizó lo mejor de su obra. Su prematura muerte, a los 31
años de edad, truncó una obra sumamente valiosa y aun así su legado abrió una
luminosa senda para sus continuadores.
Dentro del cuento, Valdelomar tentó distintas formas que, siguiendo las
denominaciones usadas por el mismo autor, podrían clasificarse en cuentos criollos,
cuentos exóticos, cuentos incaicos, cuentos yanquis, cuentos chinos, cuentos
cinematográficos, cuentos fantásticos y cuentos humorísticos, siendo los cuentos
criollos los que marcaron con mayor intensidad y duración el proceso de la
narrativa peruana. Los otros, aunque valiosos, no lograron independizarse
sustancialmente del canon modernista (la corriente literaria vigente entonces),
aunque algunos de ellos constituyen unos tímidos intentos vanguardistas.
Valdelomar publicó la mayoría de sus cuentos en revistas y diarios de la época. El primero de ellos fue “El suicidio de
Richard Tennyson” (1910), “cuento yanqui”, que después volvería a publicarse con el título de “El círculo de la
muerte”.
En vida Valdelomar publicó solo un libro de cuentos: “El Caballero Carmelo” (Lima, 1918), que reúne 16 relatos; se
trata de una especie de miscelánea cuentística, que abarca desde el costumbrismo hasta lo fantástico y donde
destacan los llamados “cuentos criollos”, el primero de los cuales da el título a la obra y que es con toda seguridad
uno de los cuentos más perfectos de toda la literatura peruana. Con un lenguaje sencillo, libre del artificio y
cultismo extremo de la prosa modernista, nos remiten a la infancia del autor transcurrida en la aldea de San
Andrés (cerca del puerto de Pisco) y nos muestra a un niño descubriendo entre asombrado y asustado los
misterios de la vida y la muerte, del amor y la venganza, la realidad y la fantasía. Fue en su momento la propuesta
de una narrativa localista, provinciana, autóctona, en una literatura peruana que hasta entonces había sido muy
elitista y limeña; además, detalle importante que resaltar, aparece por primera vez el niño como protagonista de
una narración peruana, que había sido hasta entonces muy adulta, así como la evocación de la vida del hogar, llena
de un encanto y ternura como solo la fina sensibilidad de un escritor como Valdelomar lo podía hacer. Con esta obra
la literatura peruana ingresa de hecho a la modernidad.
Compendio -44-