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Nos quedamos en Chincha
                Un veinteañero Amador había visto a varios violinistas
                que hacían volar las cuerdas del instrumento o que
                solo  se  quedaban  con  el  ‘pescuezo’,  por  lo  que
                no quería aceptar la insistente propuesta de José
                Lurita, violinista de los negritos. Hasta que Champita
                superó el temor y se convirtió en el Amito, en el
                Mayoral, en el Caporal, el que dirigía y preparaba a
                los negritos y las pallitas para el tradicional atajo de    Estrategia lectora
                negritos, que se danza en la Navidad.
                Porque en casa, a falta de las modernidades, lo que      Subraya las palabras que no
                nunca faltaba era la música y la jarana, mientras        conozcas. Luego busca su
                trabajaba en el día y estudiaba en la noche,             significado en el diccionario.
                aprendió los ritmos que tenía que transmitir a su
                descendencia. ¡Y qué descendencia! Amador tuvo quince hijos, y a todos ellos los
                instruyó en la música y en la bondad, porque la casa de los Ballumbrosio, en El
                Carmen, es morada para quien ame la música.
                Champita, además de músico y bailarín, fue rezador, una cualidad mística heredada
                de sus ancestros. Todos en El Carmen acudían a él no solo para librarse del mal, sino
                también para aliviar sus corazones con los giros e historias que creaba en el rezo.
                Algo más que inventó fue la frase “¡Vamo pa’ Chincha, familia!”, para invitar a los
                turistas al Verano Negro.

                Amador baila, vuela, zapatea
                En los noventas la presencia de la familia Ballumbrosio se afirmó más en el panorama
                de la música peruana. Amador había fusionado su música con Miki Gonzales y
                había viajado al exterior para dar a conocer lo que sabía hacer.
                Para el 2001, un cuadro de diabetes complicó su salud y le causó una hemiplejia.
                Permanecía en casa, ahora oyendo y mirando a sus pupilos, hablando de a pocos.
                Así soportó el terremoto de 2007, junto a su eterna compañera, Natalia Guadalupe.
                “Ella me cuida porque se acuerda muy bien que cuando se casaba el cura le dijo:
                Estarán juntos hasta que wañuycca (la muerte, en quechua) los separe”. Y Amador
                tuvo que volar a tocar su violín ante el Niño Dios un 8 de junio de 2009.

                El Comercio (26 de noviembre de 2013). A 80 años del nacimiento del partriarca Ballumbrosio.
                Adaptado de https://elcomercio.pe/blog/huellasdigitales/2013/11/es-amador-a-80-anos-del-nacimi



               Después de la lectura

                   2. Marca las expresiones que son verdaderas.

                     (    )  Don Amador aprendió a zapatear a edad avanzada.
                     (    )  Don Amador vivía en el distrito El Carmen, provincia de Chincha.

                     (    )  Don Amador tuvo trece hijos a quienes les transmitió lo que sabía.
                     (    )  La frase “¡Vamo pa´ Chincha, familia!” era utilizada para el turismo.


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