Page 11 - LA ODISEA

hagas. A veces, la recompensa es hacer exactamente lo que te gusta. Te diría que hay personas que

abandonan este mundo a una edad muy avanzada y aún siguen pensando que han desperdiciado
su vida, que tendrían que haber hecho otra cosa, que no han dejado huella suficiente».
Y Leah se pregunta si lo que ella quiere es dejar huella. «¿Quiero dejar huella?» Y luego
se responde a sí misma, como si alguien hubiera clonado a Leah Thalassinos varias veces: «Por

supuesto que quiero. ¿Qué tiene de malo?»
Y otro de los clones de Leah recibe el mensaje y se encorajina: «¡Claro! ¡Si ni siquiera sabes
cuál es el camino más corto en una cancha de baloncesto!» Y otro de los clones, algo más gentil,
sugiere:

«¿Y si la huella es simplemente el camino que recorres? Si lo que dice mamá es cierto, es
tan poco lo que podemos controlar que a lo mejor es de tontos que otras personas se frustren».
Leah responde a través de su otro yo más sarcástico: «¿Otras personas? ¿No te estarás
refiriendo a ti? Jejeje…».

Rápidamente pasa a la acción un yo más majo que todas las cosas:
«Pero concho, al menos lo has intentado».
Leah ya siente al clon más sarcástico preparando una nueva réplica dolorosa («Sí, claro,
intentarlo es…») y lo hace callar. ¿Cómo? Muy sencillo. Le dice: «No me interesa, pesado». Está

claro que hay que aprender a decir ‘no’, aunque sea a uno mismo. Más calmada se pregunta si
alguien en la historia ha sufrido tantas penalidades como ella por una simple pregunta fallida. O
por una tarta de cumpleaños que tenía ¡¡¡una falta de ortografía!!! Bien es verdad que «felicidadex»
no se escribe con ‘equis’, pero tampoco hay que llorar por eso. O por un examen de nueve que
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