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como los primeros días de la universidad no se olvidan, los primeros días   MEDICINA SOBRE MIS HOMBROS
 del ejercicio médico tampoco.

 Resulta lógico que existieran situaciones en el ejercicio médico que
 me marcaron para toda la vida, y muchas veces estuvieron relacionadas   Las horas pasan más lento que de costumbre cuando no se tiene un
 con la muerte.  brazo; no como cuando hay que estudiar para un trabajo de anatomía
               en la primera semana de la carrera, y eso definitivamente es una afrenta
 Tal es el caso, de una guardia durante mi primer año de la residencia   contra el espacio-tiempo, porque mientras se culmina un capítulo trans-
 de medicina interna. Junto a otras dos colegas, recibimos a un adoles-  currieron tres horas, y cuando son dos, apenas en un parpadeo ya es hora
 cente con diagnóstico incierto que referían para estudio y transfusión de   de correr a la facultad. ¡Qué inicios da la medicina! Al final terminé per-
 hemoderivados por valores de hemoglobina críticamente bajos. A causa   diendo dicho primer trabajo.
 del déficit de camas en sala de hospitalización, tuvimos que mantenerlo
 junto  a otros pacientes  moribundos en sala  de observación de emer-  Estaba en noveno semestre cuando pasó, a la mitad del segundo hemi-
 gencia. Lamentablemente mientras se transfundía el paciente, la señora   semestre, y a decir verdad nunca sentí que dos semanas se hubieran alar-
 con cáncer terminal que estaba junto a él falleció.  gado tanto, sobre todo porque coincidió con la semana de exámenes. No
               tengo clara la memoria, pero lo explico de la mejor forma en que hubiese
 Cabe resaltar que el paciente, a pesar de que no veía lo que ocurría en   pasado. La mente es tan poderosa que bloquea los recuerdos que cree que
 la camilla de al lado, sentía la muerte muy de cerca. De modo que, nunca   no deberían rondar en la cabeza, buscando sanar el cuerpo.
 podré olvidar sus ojos destellantes diciéndome sigilosamente que le tenía
 miedo a la muerte, pero yo desconocía lo que vendría después.   Vivo en Quito, pero cada fin de semana regreso a Cevallos, mi ciudad
               natal, puesto que juego fútbol, lo cual es una buena forma de recargar el
 En horas de la madrugada, ya en sala de hospitalización, recibo la lla-  ánimo. Infortunadamente ese domingo (no recuerdo si era sábado) no fue
 mada de emergencia de las enfermeras. Mi paciente tenía dificultad para   un buen día. Dicen que las premoniciones no son reales; sin embargo, en
 respirar. Apenas entré a la habitación la madre y él voltearon a verme; de   aquella ocasión estuve indeciso entre ir o no y la intuición me decía que
 nuevo vi sus ojos destellar pidiendo auxilio, y de inmediato cayó en paro   no juegue. Al final decidí hacerlo y sí, tuve un accidente que derivó en mi
 cardiorrespiratorio y murió. A pesar de todos los conocimientos adqui-  hombro izquierdo lujado.
 ridos y de todas las maniobras de reanimación cardiopulmonar, no pude
 revivir al paciente. Acto seguido, sentimientos de impotencia y vacío me   Solamente fuimos mi hombro contra el césped de la cancha. Inex-
 invadieron por completo, ¿Cómo le explico a la madre que trajo al hos-  plicable caída y el consecuente dolor se apoderó, de inmediato, de mí,
 pital a su hijo para transfundirse, pero tendrá que llevárselo en un ataúd?   producto de la inflamación inmediata. Grité para que mi prima doctora
 ¿Habría presentido el adolescente su muerte?  se acerque en mi auxilio: “no está roto, al menos, pero necesitas una
               radiografía y hay que reducir ese hombro” me dijo al examinarme. Me
 En definitiva, acepto con mayor naturalidad la muerte de un paciente   subieron a su auto, en el que estaba otro de mis primos, quien se encargó
 moribundo con cáncer terminal que la de un joven con la vida por de-  de “cargar” mi brazo durante todo el trayecto a la casa de salud, y des-
 lante. A veces me culpo por no haber hecho más, pero ¿Qué más podía   pués, hasta que me realicen la reducción. Todo eso duró más de una hora,
 hacer? En todo caso, si ahora me preguntan qué hubiera hecho diferente,   pero se me hizo interminable. Durante el cuadro álgico, reflexioné sobre
 podría responder múltiples cosas, pero los resultados serían tan imprede-  los motivos que impulsan al ser humano a hacer cosas, aunque presienta
 cibles, como la teoría del caos.  que no debería ejecutarlas. Necedad fue la respuesta a la que llegué, con-
               clusión que mantengo hasta la actualidad.
 Autora: Md. Bojana Rabzelj Zappone  No pasaba por un buen momento en la carrera, falto de empatía, y
               ahora además lesionado con toda la incomodidad que eso representa en
               lo cotidiano. Lo curioso del percance es que me llevó a extender la re-
               flexión sobre la medicina, lo que me permitió redescubrir que el estudio
               de la ciencia tiene como base el pensar y resolver los problemas ajenos
               de manera responsable y empática…sí, todo estaba relacionado. Así fue
               como experimenté el trauma en primera persona.


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