Page 148 - Libro Medicina 24/7
P. 148
Enseguida nos organizamos para empezar la búsqueda. ¡Había una su hija lo decía todo, y la felicidad de conocerla, sujetarla, y pegarla a su
señora embarazada, quizá a punto de dar a luz, perdida en la selva ama- pecho no tiene palabras que alcancen a describirla.
zónica! Solicité que uno de los técnicos de atención primaria, quien co- Nunca olvidaré la expresión de gratitud en el rostro de la madre y sus
nocía la zona, se desplace en la camioneta, a preguntar a los vecinos, hermanas, por ayudarlas, tanto a localizar a la involucrada, como en la
y poblaciones aledañas, si habían visto a la mujer y que la localizaran asistencia del alumbramiento. Horas después partieron a su hogar.
para su traslado. Dado que las instalaciones no eran óptimas para atender
adecuadamente a pacientes pediátricos y, mucho menos a pacientes em- La sensación de ver nacer a alguien, sanar a los pacientes, ver su re-
barazadas, el protocolo dictaba que se tendría que hacer una transferencia cuperación tras un accidente o enfermedad gracias a los conocimientos
urgente hacia El Tena, a cuarenta minutos en canoa, y un posterior viaje adquiridos por tantos años no tiene comparación; sin duda alguna, hace
de cuatro horas en vehículo al hospital. que todo valga la pena, el esfuerzo, la dedicación. La paciencia rindió
frutos y podía ejercer mi profesión. Sin duda lo digo: el año de salud rural
Uno de los temores que tiene el médico rural, entre otros, es la aten- fue uno de los más duros, pero a la vez, el más gratificante.
ción de un parto, por varios motivos: muchas veces nos encontramos
solos, la inexperiencia, realizar esa actividad por primera vez sin guía, sin
embargo, al final se presenta y hay que estar listo para ello; no obstante, Autor: Dr. Andrés Cervantes
al tener ese protocolo en el puesto de salud, no era de mayor preocupa-
ción el tener que recibir una paciente embarazada, puesto que realiza-
ríamos la transferencia.
Pasaron las horas, oscurecía, y llegó la camioneta con nuestro técnico
y con las tres hermanas. ¡La habían encontrado! En su afán de llegar al
centro de salud, tomó el sendero equivocado y por eso estaba perdida.
Entró la paciente a mi consultorio, y posterior a la inspección y el examen
físico, noté que ella se encontraba en franca labor de parto; por lo tanto,
el protocolo no era una opción viable, y tendríamos que adaptar la mesa
de inspección ginecológica para recibir a su hijo.
Los nervios en ese momento se hicieron presentes, muchos pensa-
mientos cruzaron por la cabeza, entre ellos la posibilidad de error, pero
como líder de la unidad, como médico, era imperativo conservar la calma
y recordar el entrenamiento.
La recostamos en la mesa, empezó a pujar, al tiempo que el servicio
eléctrico se suspendió. Linterna de celular encendida y un par de velas
sirvieron para iluminar en algo el lugar. ¿Y el instrumental? ni equipo de
parto, ni oxitocina; lo único que tenía, eran unos guantes estériles, unos
campos calientes y una tijera, además de la ayuda de los técnicos de la
unidad que me ayudaron a sostenerla.
Pasaban los minutos y el bebé no descendía, entonces ordené que
bajen a la paciente de la camilla y la sienten para tener asistencia de la
gravedad. Pasaron quince minutos y después de muchos gritos, de ella y
míos, llegó un momento de calma repentina y a continuación, pequeños
quejidos seguidos de un fuerte llanto. ¡Qué momento! Un ser acababa de
nacer en mis manos, y por primera vez había recibido una nueva vida,
una hermosa niña que fruncía su pequeño rostro y buscaba con sus di-
minutas manos el pecho de su madre. El rostro de la señora al recibir a
148 Regreso al Indice Regreso al Indice 149