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munizaciones acordes a su edad, además de coordinar con un hospital de médicamente, el mismo que amanera de legado espero que siga en desa-
Tercer Nivel, la corrección de la displasia de la niña, pese a la resistencia rrollo de la mano de cada nuevo médico pasante que llegue a dicho lugar.
de sus padres para realizar la cirugía, puesto que a sus ojos ella caminaba Como lecciones aprendidas, destaco que me volví solidaria, fuerte y
con normalidad. La tarea del equipo no era sencilla, pero no nos daríamos descubrí que sí es posible cambiar al mundo, empezando por una pequeña
por vencidas.
parroquia, con entrega, objetivos claros y apoyo constante del equipo
Pudimos sumar a la misión apoyo psicológico e intervención médica conformado. Fue una gran prueba de vida, para ser más humana, acom-
constante, para que la pareja acepte la realización de la intervención qui- pañada de gente amable y bondadosa, lejos de la comodidad de la ciudad.
rúrgica de su hija. Para complementar, a la madre se le entregó tratamiento Resultado: enorme satisfacción del deber cumplido en excelencia. El ca-
mensual para su enfermedad y le conseguimos trabajo de medio tiempo, riño, a cada uno de los pacientes, se mantendrá por siempre y espero ser
en conjunto con el Municipio de Paute. Las tres estábamos convirtiendo recordada de la misma manera.
lo imposible en realidad, al cambiar la situación general de dicha familia. “Nada útil y grandioso sin coraje”
Meses después, recibimos de ellos el agradecimiento total por la asis-
tencia y tratamientos otorgados; la salud de todos mejoró a partir de las
acciones realizadas, y su entorno, como consecuencia. Autora: Md. Maritza Daniela Duran Alemán
También pude vivir otro tipo de casos, con públicos distintos, pero en
condiciones muy parecidos. Experimenté de cerca la soledad, el desam-
paro y el abandono que sufrían, porque no hay otra palabra, personas de
tercera edad, con discapacidad intelectual, con afectaciones metabólicas
de larga data y todos sin dinero para enfrentar dichas situaciones y pade-
cimientos. A la larga, todos ellos, no solo fueron pacientes, sino que se
volvieron personas muy cercanas a mí y a mis compañeras. Cada visita
fue sinónimo de conversación, de compartir experiencias y vivencias que
trajeron consigo todo tipo de emociones como tristeza en unos casos, y
admiración en tantos otros. Darles atención e interés fueron elementos
fundamentales para trabajar con fuerza por y con ellos, el compromiso
personal y grupal inquebrantable de hacer todo lo que se pueda para ge-
nerar un nuevo estilo de vida en los pacientes.
Ahora también pienso en Don Flavio y su hermana Marina, y recor-
darlos me genera una sonrisa, la misma que ellos siempre me ofrecieron
al entrar a su casa o cuando llegaban al centro de salud. En medida de
las posibilidades, las tres aprendimos a llegar con alimentos, medicinas
y ropa en cada visita, lo que significó que el año rural sea totalmente
diferente a lo pensado. Así, entendí y hoy es una convicción personal,
que la función de un proveedor de atención médica se extiende más allá
del diagnóstico, tratamiento y adherencia al mismo; implica conseguir el
cambio integral de vida de los pacientes y sus familias.
Fue tan grande la transformación grupal, y la comunión a la que las
tres llegamos, que establecimos hitos históricos en el centro de salud: lo
dejamos nuevo, cambiamos su aspecto, gestionamos material para cam-
biar el techo, y más obras de infraestructura, con el fin de mejorar la aten-
ción al público. Por supuesto, hice amistad verdadera con gente valiosa
y de noble corazón, tanto que el momento de la despedida, la mezcla de
tristeza con satisfacción fue inevitable. Fue un arduo trabajo, social y
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