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UNA PÁGINA MÁS EN EL LIBRO DE LA
                                                                                                                                VIDA



                                                                                                        No es sencillo decidir ser médico; y al hacerlo, la decisión se con-
                                                                                                      vierte en un reto muy interesante orientado a vencer la resistencia. Pues
                                                                                                      sí, los médicos somos ella, y solamente es posible comprenderlo con el
                                                                                                      paso de los años y la experiencia, de la mano de recuerdos únicos, ex-
                                                                                                      traordinarios y placenteros, la mayoría de ellos. Tal es el caso de mi año
                                                                                                      de medicina rural.
                                                                                                        ¿Qué significa “la rural”?
                                                                                                        Es un año atractivo, pero desafiante, ligado a la convivencia con la
                                                                                                      comunidad en la que se desarrollará. Implica aprender la cultura de la
                                                                                                      población y lidiar con sus creencias y enfermedades. En lo personal, más
                                                                                                      que un trabajo por el que esperaba recibir un estipendio fue una expe-
                                                                                                      riencia única e inolvidable, que tuvo como escenario al océano y al clima
                                                                                                      cálido que acompaña en zonas como aquella. Lo disfruté cada día, escu-
                                                                                                      chando las olas romperse, sonido inigualable y renovador, mientras salía
                                                                                                      a correr para ejercitarme. Se ponía mejor cuando la lluvia acompañaba
                                                                                                      a la rutina de ejercicio; de verdad, era imposible sufrir estrés en esas
                                                                                                      condiciones.




















                                                                                                        También fue una aventura, casi de película, puesto que para llegar al
                                                                                                      subcentro de salud en la isla, el trayecto era una odisea: salí desde casa en
                                                                                                      autobús y viajar seis horas hasta la siguiente parada; en ella, una canoa,
                                                                                                      la misma que parecía ser dirigida por el mismísimo Caronte  , cuyo viaje
                                                                                                                                                        1
                                                                                                      duraba una hora, para finalmente, en tierra de nuevo, esperar por la ca-
                                                                                                      mioneta que me depositaría en la puerta del centro de salud, recorriendo
                                                                                                      el terreno que mostraba las camaroneras junto a las fincas de sus pro-


                                                                                                      1 En la mitología griega era el canoero o barquero encargado de trasladar a los difuntos al otro lado del Río
                                                                                                      Aqueronte, al territorio de Hades.

                                                                                                      Regreso al Indice                                      211
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