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sabía sobre la monja, aunque nadie del personal de salud la había visto, al administrativo es complicado, lo convencieron de que suceda a primera
tiempo que los usuarios del hospital, entre pacientes y familiares, comen- hora en la mañana cuando las diferentes áreas del hospital estén opera-
taban sobre “la monjita enfermera” que cuidaba a los niños. tivas, y aceptó”.
El hecho de pensar que algún espíritu bueno estaba en el plano te- Yo estaba absolutamente sorprendida con el relato, pero a la vez in-
rrenal, dentro del hospital, cuidándonos, no nos asustaba del todo, y a mí trigada en saber todos los detalles. Le pedí a Jane que continúe, entonces
menos que a los demás; sin embargo, les recalqué que al único que hay lo hizo: “Terminado el incidente nadie volvió a descansar y las luces
que temer es al ser supremo. Y el susto apareció: terminé de pronunciar permanecieron encendidas hasta que el sol mostró sus primeros rayos
su nombre y de inmediato sonó la sirena de la ambulancia que llegaba de luz. El señor ejecutó su plan y se marchó junto a su pequeña, ya me-
con el paciente esperado. Grito común, obviamente, y a trabajar. jorada. No es de sorprenderse que, más rápido que inmediatamente, el
resto de las madres pidió el alta voluntaria de sus hijos. Los compañeros,
La ambulancia traía a un pequeño neonato. La interna que acompañó
en el trayecto me relató la corta historia clínica del paciente: un día de entendiendo las realidades de cada uno, persuadieron a las señoras para
vida, ictericia neonatal debida a Policitemia Sintomática, coloración que se queden, puesto que sus hijos están en tratamiento, etc. Ellas, en
amarillenta e hipoactividad. Fue ingresado rápidamente al servicio, pro- cambio, manifestaron su miedo y preocupación en relación con que, en la
cedimos con la realización de la anamnesis y el protocolo correspon- madrugada, se repita el evento paranormal que genere una nueva crisis
diente, el mismo que incluyó una extensa conversación, a manera de in- de pánico en todos los presentes, y que, de suceder, seguirían los mismos
pasos que el otro padre de familia”.
terrogatorio, con la madre de la criatura. Luego, fue llevada a descansar
en el albergue donde se reunió con otras puérperas y la jornada siguió su Bueno, tres de la mañana, la hora de la verdad había llegado; hora
rumbo con normalidad y calma. que en todas las leyendas de terror, relatos, anécdotas y películas de Ho-
llywood aparecen todas las maldades en forma de espíritu en el planeta
Mientras tanto Jane, mi compañera enfermera de turno, me contó los
detalles de lo que había sucedido en el famoso turno de la noche anterior, Tierra y acá no íbamos a ser la excepción, queda claro.
ya que ella sí estaba al tanto. Asustada dijo: “En la madrugada anterior, Momento de alimentar a los neonatos, entonces las madres acudieron
la monja había aparecido en el área de clínica respiratoria (para pa- con miedo al servicio; decían que alguien las estaba llamando, y para qui-
cientes mayores de un año con enfermedades de este tipo), a las tres de la tarles el susto, les dije que fui yo, y que así transcurra el proceso con nor-
mañana, y procedió a cambiar los sueros y colocar la medicación a cada malidad, como ha sido siempre. Pero no, algo tenía que pasar: el neonato
paciente”. ¡De locos!, pensé. Continuó: “El padre de una niña la vio, y de reciente ingreso empezó a llorar y ni su madre lo pudo calmar, dado
decidió seguirla para confirmar si se trataba de la enfermera de hospita- que el nerviosismo le jugaba una mala pasada. “¿Qué hacer?” pensé, así
lización de turno, pero recibió un tremendo susto que lo dejó pálido y sin que le pedí a la señora que se retire a descansar junto a las demás, quienes
habla por un instante”. El neonato ingresado empezó a llorar tan fuerte no tuvieron inconvenientes. Unos minutos después el bebé pudo conciliar
que nos asustó, ya que estábamos metidas al máximo en el relato previo, el sueño.
y por si algo faltara, el resto de neonatos también lloró, al unísono, como “¡Listo!, nada extraño, todo normal” me dije, con tono victorioso.
si hubieran sido despertados por algo, al mismo tiempo. Los arrullamos Por lo tanto, terminadas las actividades del turno, decidí irme a descansar
hasta que se duerman plácidamente.
en la residencia, la misma que está junto al albergue de las madres, donde
“¿Qué pasó con el papá?”, pregunté para retomar el diálogo y satis- las papas quemaban, aparentemente. Le pedí a Jane, que me avisara si
facer la curiosidad. Jane respondió: “La había seguido hasta las gradas existieren novedades para acudir de inmediato.
que conducen al albergue; ahí, la sujetó por el hombro como para sa- Al ingresar a la residencia, encontré a Mónica descansando agotada.
ludar o iniciar contacto. Ella giró y mostró su rostro cadavérico, provo- Lo curioso, entre todo lo descrito, es que casi nunca dormía en los turnos,
cando que el hombre grite de terror, sobresaltado e impactado, lo que le pero aquella noche estaba cansada al máximo. Es obvio que, pese a mi
generó convulsiones. Como es un lugar concurrido, los niños lloraron, victoriosa sensación, el nerviosismo había hecho su parte y por eso el
mientras las madres allí presentes, llenas de miedo, buscaban consolar agotamiento fulminante. Me recosté cuando el reloj marcaba las 03h30
a sus hijos. El personal sanitario asistió rápidamente al caballero, quien de la mañana, un suspiro queriendo dormir; de golpe, aquel niño volvía
dentro de unos minutos se repuso del susto vivido. Mostraba fascie llena a llorar. Sí, reconozco que me invadió el susto y que la historia de Jane
de angustia, ante lo cual pidió a los compañeros que le permitan aban- me hizo eco de inicio a fin; por lo tanto y sin dudar exclamé en voz baja:
donar el hospital ese instante con su hija. Como a esa hora el trámite
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