Page 788 - Spanish Bible (Reina Valera 1960)
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28. 11–29. 13                 Job                          784
           11 ojos vieron todo lo preciado. Detuvo los ríos en su nacimien-
           12 to, E hizo salir a luz lo escondido. Mas ¿dónde se hallará la
           13 sabiduría? ¿Dónde está el lugar de la inteligencia? No conoce
           14 su valor el hombre, Ni se halla en la tierra de los vivientes. El
           15 abismo dice: No está en mí; Y el mar dijo: Ni conmigo. No se
           16 dará por oro, Ni su precio será a peso de plata. No puede ser
              apreciada con oro de Ofir, Ni con ónice precioso, ni con zafiro.
           17 El oro no se le igualará, ni el diamante, Ni se cambiará por
           18 alhajas de oro fino. No se hará mención de coral ni de perlas;
           19 La sabiduría es mejor que las piedras preciosas. No se igua-
              lará con ella topacio de Etiopía; No se podrá apreciar con oro
           20 fino. ¿De dónde, pues, vendrá la sabiduría? ¿Y dónde está el
           21 lugar de la inteligencia? Porque encubierta está a los ojos de
           22 todo viviente, Y a toda ave del cielo es oculta. El Abadón y la
           23 muerte dijeron: Su fama hemos oído con nuestros oídos. Dios
           24 entiende el camino de ella, Y conoce su lugar. Porque él mira
           25 hasta los fines de la tierra, Y ve cuanto hay bajo los cielos. Al
           26 dar peso al viento, Y poner las aguas por medida; Cuando él
           27 dio ley a la lluvia, Y camino al relámpago de los truenos, En-
              tonces la veía él, y la manifestaba; La preparó y la descubrió
           28 también. Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es
              la sabiduría, Y el apartarse del mal, la inteligencia.
        29, 2    Volvió Job a reanudar su discurso, y dijo: ¡Quién me vol-
              viese como en los meses pasados, Como en los días en que Dios
            3 me guardaba, Cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su
            4 lámpara, A cuya luz yo caminaba en la oscuridad; Como fui
              en los días de mi juventud, Cuando el favor de Dios velaba
            5 sobre mi tienda; Cuando aún estaba conmigo el Omnipoten-
            6 te, Y mis hijos alrededor de mí; Cuando lavaba yo mis pasos
            7 con leche, Y la piedra me derramaba ríos de aceite! Cuando
              yo salía a la puerta a juicio, Y en la plaza hacía preparar mi
            8 asiento, Los jóvenes me veían, y se escondían; Y los ancianos
            9 se levantaban, y estaban de pie. Los príncipes detenían sus
           10 palabras; Ponían la mano sobre su boca. La voz de los prin-
           11 cipales se apagaba, Y su lengua se pegaba a su paladar. Los
              oídos que me oían me llamaban bienaventurado, Y los ojos
           12 que me veían me daban testimonio, Porque yo libraba al po-
           13 bre que clamaba, Y al huérfano que carecía de ayudador. La
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