Page 36 - Revista Digital Mandrágora Edición Mayo
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Entrevista
ENTREVISTADORA: Relátanos un poco sobre tu biografía. ¿Cuál ha sido tu proceso?
LUPINO: Soy un guayaquileño de 36 años, formado ideológicamente como anarquista,
autodidacta, me gusta las ciencias políticas, además soy cocinero y gestor cultural. Esas son
las cosas o “membretes” que la sociedad quiere leer u oír pero yo me catalogo como un
ciudadano consciente.
Desde los trece años empecé con mi banda y me perdí en la calle. A los 25-26 años me di
cuenta de que yo era un genio, literalmente, y que estaba desperdiciando todo mi potencial.
Vengo de las raíces del punk, de esa música revoltosa porque hay que entender que es lo más
político que existe. Escribir una canción, componer un ritmo, darle un contexto, y hablar de
ciertos temas de infracciones sociales es política. Por lo tanto, el proceso que tuve fue
autodestruirme para volver a construirme, desaprender todo lo que había aprendido para
mejorar. Y eso es lo que soy yo, ahora.
E: ¿Qué son para ti la música y la literatura?
L: La música es como esa gasolina para el mundo y la literatura es la palabra; esta pregunta
es maravillosa porque todo esto es lo que nos hace seres culturales. Todo lo que piensa, oye,
dice, consume y hace el hombre o la mujer, es decir la persona, es la cultura, y dentro de la
misma está la música y literatura; sin éstas no podríamos tener ningún criterio acerca de nada
porque seríamos seres robotizados.
Para mí, la música es una forma alternativa, es un medio difusor de las ideas. Aunque,
teniendo en cuenta que vivimos en un mundo moderno, obtuso, feo, decante, donde le dicen
música a cosas que realmente no aportan ni mejoran nada o desencadenan una emancipación,
porque para mí, las dos siempre tienen que liberar y llevar al crecimiento, no al revés.
Si por medio de la música nos quieren adoctrinar con mensajes hipersexualizados como el
reguetón, eso no es música. Si la literatura, es adoctrinamiento, es decir, de directrices
políticas irreversibles, eso es obtuso, no tiene sentido. Todo lo escrito es mutable, se puede
cambiar. Y para mí eso es la literatura, una constante innovación de las palabras y los hechos.
E: Vemos que en tu cafetería estás enseñándo a los niños a jugar ajedrez. ¿Cómo nace está
iniciativa? ¿Cuál es tu objetivo?
L: Yo tengo un pequeño restaurante de comida fusión y el concepto de este sitio es ‘Un
restobar cultural’ con muchos libros en la mesa, lo que te da la pauta de dejar tu teléfono un
momento para re-encontrarte con un libro, con el olor, porque aquel sonido de cambiar de
una página a otra, incluso ese sonido, ese hecho de tocar el papel es maravilloso. Eso es lo
que me motiva a compartir con la gente, por ello, mi iniciativa de volver a los libros, más aún
con los niños.