Page 593 - ANTOLOGÍA POÉTICA
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después de las puestas de sol y de entrada los patios de y las calles lloviznadas,

                  después de las novelas, después de las tazas de té, después de las faldas que se arrastran
                  a lo largo


                  del suelo

                  y esto y tanto más?

                  Es imposible decir lo que quiero decir!


                  Pero como si una linterna mágica lanzara los nervios en figura sobre la pantalla:


                  Hubiese valido la pena

                  si uno, colocando una almohada o quitándose una manta,

                  y volteándose hacia la ventana, dijera:


                  “No es esto de ningún modo,

                  No es esto lo que quería decir, de ningún modo.”


                  No! No soy el príncipe Hamlet ni he pretendido serlo;

                  soy un señor asistente, alguien a quien bastará


                  avanzar, comenzar una escena o dos,

                  aconsejar al príncipe; sin duda, una herramienta fácil,


                  deferente, alegre de ser usada,

                  política, cuidadosa y meticulosa;


                  lleno de alta sentencia, pero un poco obtuso,

                  a veces, en verdad, algo ridículo


                  casi, a veces, el Tonto.

                  Envejezco… Envejezco…


                  Llevaré arremangados los ruedos de mis pantalones.

                  ¿Me partiré el pelo delante? Me atreveré a comer un durazno?


                  Me pondré pantalones blancos de franela y caminaré sobre la playa.

                  He oído las sirenas cantándose recíprocamente.
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