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RASSINIER : La mentira de Ulises
Balachowski, del Instituto Pasteur de París, el autor de esta obra en su calidad de
periodista austríaco y siete camaradas judíos, encontraron un asilo en este bloque
con la aprobación del doctor Ding-Schuller.» (Página 163.)
Es necesario admitir que Eugen Kogon dio serias garantías al núcleo «comunista» que
tenía preponderancia en el campo – ¡contra otros grupos verdes, políticos, o sea comunistas! –
para lograr ser desiguado por él para este puesto de confianza. Y no hay que olvidar estoe:
«con la aprobación del doctor Ding-Schuller...»
Veamos ahora lo que él podía permitirse en este puesto:
[206]
«Con motivo de las peticiones que cada vez sugería, redactaba y sometía a
la firma, ellos fueron protegidos contra súbitas levas, transportes de exterminio,
etc.» (Página 163.)
o también:
«Durante los dos últimos años que he pasado en calidad de secretario del
médico, redacté con ayuda de especialistas del bloque 50, por lo menos media
docena de informes médicos sobre el tifus exantemático firmados por el doctor
Ding-Schuller... Sólo mencionaré de paso el hecho de que yo estaba igualmente
encargado de una parte de su correspondencia privada, incluyendo cartas de amor y
de condolencia. Frecuentemente él no leía ni siquiera las respuestas, me arrojaba las
cartas después de haberlas abierto y me decía: «Despache esto, Kogon. Usted ya
sabe bien lo que hay que responder. Es alguna viuda que busca un consuelo...»
(Página 270.)
Y podía declarar:
«Tenía en mis manos al doctor Ding-Schuller.» (Página 218.)
hasta tal punto que estar «en malas relaciones con el Kapo del bloque 46» ni siquiera le
preocupaba.
Resulta de todo este que habiendo sabido granjearse los favores del equipo influyente
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en la Häftlingsführung ( ), se había atraído al mismo tiempo los de una de las más altas
autoridades
[207] de la S.S. del campo. Todos los que hayan vivido en un campo de concentración estarán
de acuerdo en que semejante resultado apenas era susceptible de ser obtenido sin algunas
retorsiones a las reglas morales de uso habitual fuera de los campos.
EL MÉTODO.
«Para disipar ciertos temores y demostrar que este relato (así es como él
designa a su Infierno organizado) no corría peligro de transformarse en acta de
acusación contra ciertos presos que habían ocupado una posición dominante en el
campo, lo leí, a comienzos de 1945, cuando ya estaba casi terminado y sólo
faltaban los dos últimos capítulos de un total de doce, ante un grupo de quince
personas que hablan pertenecido a la dirección clandestina ( ) del campo, o que
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En una nota de la edición alemana de La mentira de Ulises recoge el editor un pasaje del libro Sobre el patíbulo
no crece la hierba de Friedrich Oscar. En él se acusa a los testigos de diferentes procesos de la posguerra cuyos
testimonios eran contradictorios entre sí. Dice Oscar que en los interrogatorios realizados por la defensa de
algunos acusados quedó patente que la mayoría de los testimonios de Eugen Kogon no eran directos como éste
pretendió al principio, sino que los conocía de haberlos oído decir a otros. Como testigo de cargo sus declaraciones
fueron contradictorias. En el proceso de los médicos - señala Oscar - declaró Kogon bajo juramento que él no
sabía nada acerca de la "dirección ilegal de los presos": sin embargo en el proceso de Buchenwald que tuvo lugar
en Dachau en 1947, Kogon manifestó, también bajo juramento, que él mismo había pertenecido a esa "direccion
ilegal de los presos" del campo. (N. del T.)
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Eugen Kogon emplea tanto la palabra "ilegal" como la de "clandestina" para caracterizar a la Häftlingsführung.
En realidad ésta no tenía nada de ilegal ni de clandestina.
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