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RASSINIER : La mentira de Ulises
«De hecho, los presos no han recibido nunca las escasas raciones que les eran
asignadas en principio. Primeramente, la S.S. tomaba lo que le agradaba. Después
los presos que trabajaban en el almacén de víveres y en las cocinas se las
"arreglaban" para descontaõ ampliamente su parte. Luego los jefes de cuarto
apartaban una buena cantidad para elles y para sus amigos. El resto iba a los
miserables presos ordinarios.» (Página 107.)
Conviene precisar que todo el que detentaba una pequeña parte de autoridad en el
campo era colocado por esa razón para «sustraer»: el Lagerältester que entregaba globalmente
las raciones, el Kapo o el jefe de bloque que se servían copiosamente en primer lugar, el jefe
de equipo o el Stubendienst (jefe de cuarto) que cortaban el pan o ponían la sopa en las
escudillas, el policía, el secretario, etc. Es curioso que Kogon ni siquiera lo mencione.
Toda esta gente se regodeaba literalmente con los productos de sus robos, y paseaban
por el campo unos semblantes florecientes. Ningún escrúpulo les detenía:
«Para la enfermería de los presos había en los campos una alimentación
especial de enfermos, lo que se llamaba la dieta. Esta era muy solicitada como
suplemento y en su mayor parte era sustraída en provecho le las personalidades del
campo: Blockältester, Kapos, etc. En cada campo se podían encontrar comunistas
o criminales que durante años recibían además de otras ventajas tas suplementos
para enfermos. Era sobre todo una cuestión de relaciones con la cocina de los
enfermos compuesta exclusivamente por gente que pertenecía a la clase de presos
que dominaba el campo, o bien un asunto de intercambio de buenos servicios: los
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Kapos del taller de costura, de la zapatería, del almacén de vestuario, del de
herramientas, etc., entregaban a cambio de esta alimentación lo que los otros les
pedían. En el campo de Buchenwald, de 1939 a 1941 se desplazaron cerca de
cuarenta mil huevos en el interior mismo del campo.» (Páginas 110, 111 y 112.)
Durante ese tiempo, los enfermos morían en la enfermería al ser privados de esta
alimentación especial que les asignaba la S.S. Explicando el mecanismo del robo, Kogon hace
de él un simple aspecto del «sistema D», empleado indistintamente por todos los presos que
se encontraban en el recorrido por los alimentos. Esto constituye a la vez una inexactitud y un
acte de benovolencia con respecto a la Häftlingsführung.
El trabajador de un comando cualquiera no podía robar: el Kapo y el Vorarbeiter
vigilaban estrechamente dispuestos a denunciarle. A lo más que podía arriesgarse era a coger
algo a uno de sus compañeros de infortunio una vez hecha la distribución de las raciones. Pero
el Kapo y el Vorarbeiter podían sustraer de acuerdo del conjunto de las raciones antes de
distribuirlas, y lo hacían cínicamente. También impunemente porque era imposible
denunciarles en otra forma que no fuese la vía jerárquica, es decir, pasando por ellos. Robaban
para ellos, para sus amigos, para los funcionarios de autoridad a los cuales les debían el
puesto y, en los escalones superiores de la jerarquía, para la S.S. de la cual querían asegurarse
o conserver la protección.
De la dieta de los enfermos, el Kapo de la enfermeria – ¡el que ha confirmado la
exactitud y la objetividad del testimonio de Kogon! – sustraía una importante cantidad en
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provecho de sus colegas y de los comunistas acreditados ( ). Durante mi estancia en
Buchenwald, hizo guardar una cantidad de leche cercana al litro, y de paso algunas otras
golosinas, para Erich, jefe del bloque 48. Si se lleva esta operación a la escala del campo ya se
puede calcular la cantidad de leche de la que así eran privados los enfermos. En comparación,
los pequeños robos en el circuito eran insignificantes.
Así pues, bien se tratase del menú ordinario o de la dieta, enfermos o no, para morirse
de hambre los presos tenían dos razones
[213] que añadir; las detracciones de la S.S. ( ) y las de la Häftlingsführung. Tenían por tanto
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dos razones para recibir golpes y ser maltratados en general. En estas condiciones, había pocos
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Había muchos comunistas que no lo estaban, aquellos que ante todo eran gentes honradas. Estaban perdidos en
la masa y seguían la suerte común.
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Es preciso observar que los de la S.S. no sustraían generalmente por sí mismos o lo hacían muy tímidamente:
"dejaban" robar por su cuenta y así eran mejor servidos.
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