Page 57 - Rassinier Paul La mentira de Ulises
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RASSINIER : La mentira de Ulises
En efecto, a partir de este día, todos mis paquetes me han sido remitidos casi intactos:
el jefe de bloque había hecho pasar mi número por las diferentes fases del desvalijamiento,
notificando la orden de "No tocarlo". A este debo el haber salvado la vida, pues los paquetes
que venían de Francia, además del suplemento que traían a la ración del campo eran un
magnífico medio de cambio con el cual se podían facilitar exenciones en el trabajo, prendas
suplementarias, enchufes. Ellos me han permitido pasar ocho meses en la enfermería que
otros, también enfermos, han pasado bajo unos tratamientos de los que han muerto.
A propósito de los paquetes, se produjo otro fenómeno trágico:
[102] la mayoría de los franceses, incluso de familia muy acomodada, recibían uno saqueado
en sus tres cuartas partes, y después nada más. Fue tras la liberación cuando obtuve la
explicación de esto. Al entrar en el campo, los presos escribían una vez a su familia,
precisando que tenían el derecho de escribir dos veces por mes. La familia enviaba un paquete
y, como éste era el primero, antes de enviar el segundo esperaba el acuse de recibo, que no
llegaba nunca, pues, a excepción de la primera, solamente una de cada diez cartas que
escribíamos llegaba a su destino. En el campo, el preso que escribía regularmente se
preguntaba qué era lo que pasaba, y mientras moría de inanición, su familia estaba persuadida
en Francia de que no valía la pena enviarle un segundo paquete: como no había acusado recibo
del primero, seguramente había muerto. Mi esposa que me envió regularmente un paquete
diario me ha dicho que ella no lo hacía más que para tranquilizar su conciencia y contra toda
esperanza, pues mi madre había logrado persuadirla, por este razonamiento, de que los enviaba
a un muerto y que además del luto cierto, era dinero perdido.
* * *
El 1 de junio de 1944, el campo está desfigurado.
Desde el 15 de marzo, no han cesado de llegar convoys (de 800, 1.000 y 1.500), una o
dos veces por semana, y la población ha ascendido a cerca de 15.000 unidades. Si no ha
sobrepasado esta cifra, es porque la muerte ha segado en una proporción inuy cercana a la
totalidad de las personas llegadas: diariamente, de cincuenta a ochenta cadáveres han seguido
la dirección del crematorio. La H-Führung comprende exclusivamente una décima parte de la
población del campo: de mil cuatrocientos a mil ochocientos enchufados, omnipotentes y
sintiendo su importancia, reinan sobre la plebe fumando cigarrillos, tomando sopa y bebiendo
cerveza a voluntad.
Se está levantando el bloque 141, destinado para teatro-cine y el burdel está en
disposición de recibir mujeres. Todos los bloques, geométrica y agradablemente puestos sobre
la colina, están comunicados entre ellos por calles de hormigón; unas escaleras de cemento y
en rampa conducen a los bloques más elevados; delante de cada uno de ellos hay pérgolas, con
plantas trepadoras, pequeños jardincillos con césped de flores, por aquí, por allá,
[103] pequeñas glorietas con surtidores o estatuillas. La plaza, que cubre algo así como medio
kilómetro cuadrado, está totalmente pavimentada, tan limpia que en ella no se podría perder
un alfiler.
Una piscina central con trampolín, campo de deportes, frescas sombras, un verdadero
campo para colonia de vacaciones, y cualquier transeúnte al que le fuese concedido el visitarlo
en ausencia de los presos saldría convencido de que en él se lleva una vida agradable, llena de
poesía silvestre y especialmente envidiable, en todo caso fuera de toda medida común con los
azares de la guerra que son el destino de los hombres libres. La S.S. ha autorizado la creación
de un comando de música. Todas las mañanas y tardes, una banda de unos treinta
instrumentos de viento, con tambores y platillos, somete a ritmo la cadencia de los comandos
que van al trabajo o vuelven de él. Durante el día, se ejercita y ensordece el campo con los
más extraordinarios acordes. El domingo por la tarde, da conciertos ante la indiferencia
general, mientras los enchufados juegan al fútbol o hacen acrobacias en el trampolín.
Las apariencias han cambiado pero sigue la misma realidad. La H-Führung es lo que
era: los políticos se han introducido en ella en número apreciable y los presos, en vez de ser
maltratados por los delincuentes, lo son por los comunistas o los que así se titulan. Cada
individuo percibe regularmente un salario: dos a cinco marcos por semana. Este salario es
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