Page 179 - Mahabharata
P. 179

2. El salón                                                                              159


                   El combate continuaba. Ambos estaban igualados en fuerzas. No podía decirse que
               uno fuera mejor luchador que el otro. Lucharon sin cesar durante catorce días y catorce

               noches. Krishna y Arjuna permanecían de pie, junto a muchos otros, observando el
               combate. Ninguno de los dos se aventajaba. Parecía que ninguno podía ser abatido. Pero
               poco a poco, Bhima comenzó a dominar la situación. Krishna le arengaba diciendo:
                   Bhima, recuerda quién eres, recuerda a tu padre. Eres el hijo de Vayu, piensa en él
               y adquirirás una fuerza con la que podrás mover montañas. Tú eres el más fuerte y
               poderoso de todos los kshatryas. Puedes romperle en pedazos si quieres.
                   Al oír esto, Bhima rogó a su padre que le diera fuerza y continuó luchando con
               renovado vigor. Lanzó por los aires a Jarasandha y cogiendo con cada brazo una de sus
               piernas mientras caía, le desgarró en dos pedazos. Sintió que por fin ya lo había logrado.
               Se volvió hacia Krishna y Arjuna y al ver sus rostros atónitos se giró y observó lo que
               ellos estaban viendo. Las dos mitades del cuerpo del rey se aproximaban la una a la
               otra y poco después el rey se levantaba íntegro del suelo como si nada hubiera ocurrido.
               Aquella escena sembró el terror en los corazones de Bhima y Arjuna, pues Jarasandha,
               después de aquello, parecía ya invencible.
                   El combate se reanudó. Krishna miró a Bhima sonriéndole y en un momento propicio
               atrajo su mirada. Krishna tenía una pequeña hoja de una planta en su mano y la partió
               en dos pedazos, luego le dio la vuelta a uno de los trozos y tiró uno a cada lado. Bhima
               captó lo que Krishna intentaba decirle. De nuevo arrojó a Jarasandha por los aires y
               cogiendo al rey por las piernas según caía lo desgarró en dos pedazos y arrojó las dos
               partes a diferentes extremos del salón, de tal forma que una pierna se correspondía con
               media cabeza. De este modo las dos mitades ya no podían volver a unirse. Jarasandha el
               favorito de Sankara, estaba ahora muerto.
                   En el palacio cundió el pánico, nadie sabía qué hacer. Los tres héroes tranquilizaron
               a todos diciéndoles que no iban a hacerles daño. Subieron al carro de Jarasandha y se
               dirigieron a la cima de la colina Girivraja, donde encontraron muchas celdas en las que

               los reyes estaban prisioneros y les liberaron a todos. Los reyes estaban mudos de gozo.
               Krishna les dijo:
                   —No queremos nada a cambio de esto. El gran Yudhishthira, rey de Indraprastha,
               va a realizar el Rajasuya. Quiero que estéis presentes allí como amigos y aliados del rey.
               Esto es lo que queremos de vosotros.
                   Todos estaban muy contentos de poder acceder a sus peticiones. Krishna, Arjuna
               y Bhima regresaron al palacio de Jarasandha, donde se encontraba Shadeva, el hijo de
               Jarasandha. Krishna se dirigió a él, y tomando su mano derecha con la suya le dijo:
                   —No temas, tu padre era un gran hombre, pero utilizó su grandeza de forma equivo-
               cada y por eso tuvo que ser aniquilado. Ahora tú ya has sido designado como rey. Debes
               combinar el valor de tu padre con tu bondad y gobernar tu reino con justicia.
   174   175   176   177   178   179   180   181   182   183   184