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Las malas acciones de Duryodhana, el poder de Bhima y de Arjuna y la ira de tu reina
Draupadi serán los instrumentos para la destrucción universal. Veo que te sientes infeliz
al oír mis palabras, pero no tienes por qué afligirte; los caminos del destino no pueden
ser comprendidos por el hombre, ni tampoco pueden ser alterados por él.
Vyasa se marchó después de estas ambiguas palabras de consuelo. Yudhishthira
estaba sumido en la desesperación más profunda. El hecho de que él iba a ser la causa
de la muerte de todos los kshatryas del mundo era algo que no podía asimilar. No podía
comprenderlo ni podía hablar con nadie al respecto.
Duryodhana, mientras tanto, estaba paseando por el gran salón de Maya. Nunca
antes había visto algo igual. Estaba sorprendido por la belleza y esplendor de la creación
de Maya. Que esta buena fortuna hubiera recaído sobre los pandavas era algo que no
podía soportar. Este sabha tenía unas características peculiares, fue construido por el
arquitecto de los asuras, que había instalado allí varios artilugios: la persona que mirara
el sabha sintiendo en su corazón celos por su propietario, se vería afectada por algunos
de los ingenios que había allí, produciéndole alucinaciones. Cuando Duryodhana iba
caminando vio algo que parecía un estanque de agua, se acercó más y le pareció que
era sólo el decorado del suelo, que estaba incrustado con hermosas losas de mármol;
se sonrió y siguió adelante. Pero de hecho era un estanque de mármol lleno de agua
clara. No obstante para los ojos celosos de Duryodhana no parecía que fuera así. El
pobre príncipe cayó dentro y se empapó completamente. Incluso los muchos sirvientes
que le rodeaban rieron al ver cómo había sido engañado Duryodhana. Por orden de
Yudhishthira le dieron ropas secas para que se cambiase. Yudhishthira estaba muy
preocupado por esto, pero Bhima, Arjuna y los mellizos con su reina Draupadi se reían
a carcajadas al verle tan descompuesto. Pero la cosa no acabó ahí; otros percances de
este tipo se añadieron a su dolor. Siguió andando y llegó a lo que él pensaba que era
otro estanque con agua y con mucho cuidado trató de bordearlo, pero de hecho esta
vez no era agua, y nuevamente se produjeron risas y comentarios jocosos. Luego se
dirigió hacia lo que él creía que era una puerta de salida, pero no había tal puerta, por
lo que se golpeó la cabeza contra la sólida pared haciéndose daño; esto ya fue coreado
por un estruendo de carcajadas. Draupadi se reía de él y de su humillación sin poderse
contener. Aquello fue horrible para Duryodhana, el cual disimulaba aparentando que no
le importaba, pero salió fuera del sabha lleno de ira.
Dejó Indraprastha y a los pandavas con su corazón a punto de romperse. No habló con
nadie, ni siquiera con sus queridos hermanos y amigos. Y en cuanto llegó a Hastinapura
se sentó solo en su habitación durante horas, recordando el modo como se había burlado
de él la Providencia. « Creo que los pandavas están favorecidos por los dioses. Cuando
se les mandó a Varanavata estaba seguro que nunca más les volvería a ver, pero el
tonto de Purochana lo estropeó todo y se hicieron incluso más fuertes de lo que eran