Page 110 - Arquitectos del engaño
P. 110
terroristas. El secretario político de los demócrata-cristianos Flaminio Piccoli dijo que Moro había sido
asesinado el 9 de mayo de 1.978, porque no quería que Italia se transformara en un escenario masónico para
actividades ilegales varias.
Media hora antes de que se efectuara el asalto (a las 8:30 de la mañana), una emisora de radio
difundía ya la historia que Aldo Moro había sido secuestrado. Las Brigadas Rojas tenían cómplices. Un
oficial de inteligencia estaba presente como se puede ver en las fotografías de prensa. Dijo que iba a comer
con un amigo - pero ¿a las 9 de la mañana?
Todos los miembros del grupo de crisis que se suponía que tenía que encontrar a Moro pertenecían a
la P2, es decir, el director de la policía secreta General Bassini, el jefe de la inteligencia general Santo Vito,
el General Walter Perugia, el General Raffaele Giudice, director de la policía de finanzas. Antiterroristas
expertos dimitieron en señal de protesta contra la incompetencia y la dejadez. Afirmaban que todo era un
juego de cara a la galería.
Corrado Guerzoni, que era un estrecho colaborador de Moro, declaró en Roma el 10 de noviembre de
1.982 en el juicio del presunto asesino, que Moro estaba bajo una gran amenaza. Durante una visita oficial a
Estados Unidos, Henry Kissinger apareció en la habitación del hotel de Moro y le amenazó: "O cambia de
política o pagará su oposición con la vida."
Aldo Moro se enfadó e inmediatamente se fue a casa a Italia. Su esposa Eleonora lo confirmó con su
testimonio. Moro se aferró a su política. La prensa estadounidense no informó, pero en Italia fue publicado
ampliamente .
El plan para matar a Moro fue coordinado desde el nivel más alto. Lo demuestra el hecho de que le
fuera retirada su protección policial, aunque era bastante conocido que muchos infames terroristas rojos
estaban reunidos en Roma en ese momento. El secuestro y el asesinato fue una cooperación entre la CIA, el
KGB, la mafia, las Brigadas Rojas y los masones. En el interrogatorio muchos miembros de las Brigadas
Rojas admitieron que sabían que la CIA participaba.
El escritor italiano Lionardo Sciascia y el director de cine Giuseppe Ferrara estaban convencidos de
que la policía sabía exactamente dónde estaba escondido Moro, pero que tenían órdenes de no encontrarlo
(Bjorn Kumm, "Terrorismens historia" / "La historia del terrorismo", Lund, 1.998, p. 172-173).
El periodista y miembro de la P2 Mino Pecorelli era propietario del semanario L'Osservatore
Politico, y tenía muchos contactos dentro del servicio de inteligencia italiano. Dijo a su hermano de logia
Giulio Andreotti que tenía la intención de publicar un artículo sobre el papel de Andreotti en el secuestro y
asesinato de Aldo Moro. Poco después, Pecorelli era asesinado por orden de Andreotti. El jefe mafioso
desertor Tommaso Buscetta reveló estos hechos 15 años después. No fue hasta el 17 de noviembre de 2.002
que Andreotti, con 83 años, fue condenado a 24 años de prisión por ordenar el asesinato de Mino Pecorelli
en 1.979. El Tribunal Supremo lo absolvió, sin embargo, el 30 de octubre de 2.003.
Gelli aprovechó la oportunidad para deshacerse de los otros desagradables miembros de la P2:
Giorgio Ambrosoli, Boris Giuliano y Antonio Varisco. Que sabían demasiado y podían amenazar la
seguridad y la posición de Gelli (David Yallop, "En nombre de Dios", London, 1.985, p. 440).
Uno de los fiscales que actuaron contra la P2 posteriormente declaró: "La Logia P2 era una secta
secreta, que conectaba empresarios con políticos para destruir el orden constitucional de Italia".
A principios de julio de 1.981, la hija de Licio Gelli, María tomó un vuelo hacia Italia. En Fiumicino,
el aeropuerto de Roma, fue detenida y le registraron el bolso. En un compartimiento oculto encontraron
documentos secretos de la P2 recibidos del Departamento de Estado de Washington, DC, entre ellos "El plan
para el Renacimiento Democrático".
Las autoridades revelaron que Gelli también era un agente del KGB, que tenían asuntos secretos y
conexiones escondidas en los países comunistas, entre ellos el dictador rumano Nicolae Ceausescu, que
según Pier Carpi ("¿El caso de Gelli?", Bolonia, 1.982) también era francmasón.
Era evidente que la P2 estaba indirectamente vinculada con el ataque al Papa Juan Pablo II y que la
logia había organizado la explosión en la estación de Bolonia, el más importante centro comunista de Italia,
el 2 de agosto de 1.980, donde murieron 85 personas y 200 resultaron heridas. El mismo Gelli financió este
atentado.
El semanal italiano Panorama revelaba en septiembre de 1.984 que Stefano delle Chiaie, el masón y
líder terrorista italiano a quien el año 1.982, el ex-francmasón Ciolina había apuntado como el cerebro detrás
del atentado de Bolonia, más tarde había acabado siendo asesor del grupo terrorista comunista Sendero
Luminoso en Perú. A finales de los años sesenta era el líder del grupo neonazi Avanguardia Nazionale de
Roma. A mediados de 1.980 trabajó con la Alianza Argentina Anticomunista, una organización de 2.000