Page 187 - Arquitectos del engaño
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Hitler  fue  ayudado  también  por  AEG  (Allgemeine  Elektrizitäts-Gesellschaft,  la  General  Electric
        Company alemana) y OSRAM, cada una de las cuales tenía en la Junta cinco miembros estadounidenses de
        Wall Street.
               Henry  Ford,  que  ayudó  a  financiar  a  Hitler  desde  el  principio,  a  partir  de  1.933  construyó  una
        moderna fábrica de automóviles en la Unión Soviética. La planta estaba situada cerca de Gorky (hoy Nizhny
        Novgorod)  y  empezó  fabricando  camiones  para  el  Ejército  Rojo.  Sólo  poco  antes  Estados  Unidos  había
        reconocido diplomáticamente a la Unión Soviética.
               En 1.932, la élite financiera había retirado todo el apoyo al Presidente de los Estados Unidos Herbert
        Hoover. Él dio a conocer este hecho, pero fue silenciado por la prensa. La élite financiera prefería apoyar a
        un potente francmasón y jurista, como Franklin Delano Roosevelt. En 1.933, tras su victoria electoral en
        noviembre de 1.932, Roosevelt comenzó a llevar a cabo su programa socialista bajo la denominación del
        New  Deal,  que  implicaba  el  control  de  la  economía.  El  New  Deal  fue  aclamado  como  el  Nuevo  Orden
        Mundial,  Novus  Ordo  Seclorum.  La  declaración  oficial  fue  que  la  crisis  económica  necesitaba  ser
        estabilizada. Fue remodelada la economía de mercado. Los sindicatos adquirieron una gran influencia, que
        comenzó a frenar peligrosamente la economía, ya que numerosas bandas del crimen organizado se hicieron
        con el control.
               Las  agencias  del  gobierno  creadas  para  hacer  frente  a  la  crisis  básicamente  fueron  copias  de  las
        instituciones establecidas en la entrada de los EEUU en la Primera Guerra Mundial en 1.917. Roosevelt
        deliberadamente también revivió la retórica de la época. El gobierno declaró la guerra a la Gran Depresión.
        Nada, salvo la amenaza de la guerra podía hacer que los Americanos amantes de la libertad aceptaran el
        aumento de los impuestos y un gobierno regulador. Sin embargo, el New Deal fue básicamente un fracaso
        durante la década de 1.930. La recuperación económica era débil, y en 1.939 el país entró en otra recesión.
        Sólo el rearme masivo en relación con la Segunda Guerra Mundial, hizo que las ruedas giraran de nuevo,
        como lo demuestra el historiador Michael Sherry en su libro "A la sombra de la guerra: Los Estados Unidos
        desde la década de 1.930" (Yale University Press, 1.995).
               El  Tribunal  Supremo,  sin  embargo,  rechazó  la  demanda  de  Roosevelt  de  que  el  gobierno  federal
        debía controlar la economía. El Tribunal Supremo en cambio limitó la implicación estatal y federal en la
        economía. Roosevelt quiso ampliar el número de miembros, para poder él mismo nombrar jueces receptivos
        a su filosofía. El Congreso se negó a ampliar el Tribunal Supremo. El Presidente Truman, por otra parte,
        comenzó la nacionalización de la industria siderúrgica.
               El  astuto  Presidente  Roosevelt  pertenecía  al  círculo  de  Wall  Street,  que  había  sacado  beneficios
        enormes de su apoyo al régimen nacionalsocialista de Alemania.
               Roosevelt reconoció formalmente a la Unión Soviética tan pronto como en 1.933, para permitir que
        los intereses empresariales estadounidenses obtuvieran una parte mayor en la construcción de la economía
        soviética.  Dio  permiso  para  financiar  los  planes  quinquenales  de  Stalin.  El  Presidente  anterior,  Herbert
        Hoover  había  dicho  que  el  New  Deal  era  un  programa  fascista,  porque  era  una  forma  corporativa  de
        socialismo.
               Tanto  Rockefeller  como  Morgan,  que  habían  ayudado  a  Hitler  a  llegar  al  poder,  continuaban
        ayudando a la Unión Soviética. Según The Washington Post (2 de febrero de 1.918), Morgan había dado a
        los bolcheviques 1 millón de dólares. En 1.967, en el mercado de valores las acciones de Morgan estaban
        valoradas en 92.6 mil millones de dólares.
               El  hombre  designado  para  recibir  las  aportaciones  de  los  banqueros  y  consejeros  americanos  era
        Rudolf Hess, que conocía muchos de los secretos sobre las transacciones del dinero estadounidense. Hess,
        siendo adjunto de Hitler, había volado a Escocia en mayo de 1.941 para tratar de organizar una solución a las
        negociaciones sobre el patrón oro y, por tanto, un acuerdo sobre las condiciones para la paz.
               Hess había creído ciegamente en el sueño del psíquico Karl Haushofer en cuanto a que el viaje sería
        un éxito. Pero el sueño no se hizo realidad y Hess fue detenido.
               Después de saltar en paracaídas sobre Escocia el 10 de mayo de 1.941, varios astrólogos, a los que él
        había protegido, fueron detenidos. Fueron vistos como cómplices del error de juicio de Hess.
               En 1.946, en Nuremberg, Hess fue condenado a cadena perpetua. Mientras, en la prisión de Spandau
        de Berlín, escribió sus memorias. Cuando ya había terminado tres libros, se los retiraron y los quemaron.
        Volvió a empezar otra vez, y se repitió el mismo proceso. Los vencedores no querían que la verdad fuera
        revelada.  Hess  murió  en  la  cárcel  de  Spandau  a  los  93  años,  el  17  de  agosto  de  1.987,  bajo  misteriosas
        circunstancias. Estaba demasiado débil como para quitarse su propia vida.	   
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