Page 134 - La importancia de las plantas medicinales
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Contribuciones de la biodiversidad
al bienestar humano y la autonomía
En el pensamiento upichía (matapí), para el ser humano mantener su
energía debe per- manecer en un constante intercambio con las energías de la
tierra, de la naturaleza y del espa- cio, reciprocidad influida por la energía
curativa de las plantas medicinales. Para los upichía (matapí) los alimentos no
tienen esta energía y son solo una fuente que ayuda a sostener el equilibrio
del cuerpo; por lo que la nutrición del ser humano debe basarse más en la
captación de energía y no tanto en la ingesta material. Esta energía se absorbe
con el cumplimiento de algunas normas culturales, con el baño de la mañana,
caminando en el monte y pensando en el mambeadero. Para tomar energía
también se hacen baños con la pintura vegetal lana, se prac- tican rituales con
la colmena de abejas llamada mapachara y con liichipa o tabaco grande. La
energía del cuerpo puede debilitarse, según los upichía (matapí), por el
consumo de algunos alimentos, como frutas o carnes que hayan sido
contaminadas con mala energía; lo cual puede manifestarse con kokalaji o
diarrea y chila kaji o vómito, principalmente. Esta mala energía es recibida por
los alimentos generalmente alrededor de agosto, cuando los árboles
comienzan a florecer, influjo que es más fuerte entre dos y cuatro de la tarde.
Los alimentos también reciben mala energía en marzo y abril, mientras que
alrededor de junio y julio son buenas energías las que fluyen, hay equilibrio
y tranquilidad. Hay una semana entre junio y julio en la que se enfría el
entorno, periodo en el que la neblina fría denominada lukamá o “friaje”,
descarga mala energía, por lo que es considerada una purificación para las
personas y el ambiente. Sí las plantas se contaminan con mala energía,
también las personas; sí la tierra recibe mala energía, o el espacio, las
personas también; por ello, para lograr un bienestar integral, el lawichu´ra´aru
o médico ancestral debe advertir la mala energía, equilibrar el entorno y así
garantizar la salud de la humanidad.