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resulta imprescindible lograr una sensibilización de los participantes como parte de ese
                  proceso de autoconocimiento.


                  La sensibilización es lograda a partir de promover acciones encaminadas a la
                  concientización, por parte de los participantes, de la necesidad de reconocer los
                  elementos que hasta ese momento han configurado su identidad personal como son: sus
                  capacidades y habilidades, el control de sus emociones, su historia de vida (incluidas las
                  experiencias adversas), su contexto, sus relaciones, su cultura y sus valores.


                  Los participantes deben desarrollar la habilidad de valorar y examinar todos estos
                  elementos y trascenderlos, por ejemplo, resignificando sus experiencias adversas,
                  discriminando los elementos positivos de los negativos en su cultura y cuestionando sus
                  creencias, incluso se propone la reformulación de las acciones de manera que garanticen
                  una valoración periódica sobre el proceso de autodiagnóstico.

                  En estas sesiones que se desarrollan a continuación debe favorecerse el trabajo grupal
                  para el desarrollo de la personalidad, “el papel del otro”, el enriquecimiento mutuo en la
                  interacción con diferentes experiencias, conocimientos y habilidades. Se deben
                  establecer relaciones de complementación entre los sujetos a partir de sus
                  potencialidades y carencias. Es muy importante en este módulo, que los  AJ adquieran una
                  valoración positiva pero realista de ellos mismos, y emprendan acciones intencionadas y
                  sistemáticas para construirse como personas. También se espera que los participantes
                  descubran y fortalezcan su espiritualidad, como un pilar fundamental en el desarrollo de
                  identidad personal.


                  Es imprescindible generar espacios en los que se reflexione sobre los elementos que
                  revelen la necesidad de ser mejores personas. Es importante propiciar la participación de
                  todos los involucrados, por lo tanto, se sugiere partir de los conocimientos que tienen de
                  su realidad, con elementos de juicio para analizar las diferencias entre distintas posturas.

                  También es necesario tener en cuenta las expectativas de los participantes, ya que estas
                  aportan elementos acerca de qué esperan obtener del grupo, qué desean conocer, hasta
                  dónde desean llegar, qué van a aportar, qué conocen y qué experiencias grupales han
                  tenido anteriormente.

                  Por último, se debe lograr que cada participante conozca cuál es su papel y función en el
                  grupo. El cierre es para el educador una referencia, con la cual confrontará la conducta del
                  grupo y de cada sujeto participante, y a su vez, un punto de partida de las interpretaciones
                  que posteriormente se hagan sobre los fenómenos grupales.













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