Page 43 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                  nos sacudimos el yugo húngaro, nosotros los de sangre Drácula
                  estábamos entre sus dirigentes, pues nuestro espíritu no podía
                  soportar que no fuésemos libres. Ah, joven amigo, los esceque
                  lios (y los Drácula como la sangre de su corazón, su cerebro y
                  sus espadas) pueden enorgullecerse de una tradición que los
                  retoños de los hongos como los Hapsburgo y los Romanoff nun
                  ca pueden alcanzar. Los días de guerra ya terminaron. La san
                  gre es una cosa demasiado preciosa en estos días de paz des
                  honorable; y las glorias de las grandes razas son como un cuen
                  to que se narra.
                         Para aquel tiempo ya se estaba acercando la mañana, y
                                            este
                  nos fuimos a acostar. (Rec.,  diario parece tan horrible como
                  el comienzo de las "Noches Árabes", pues todo tiene que sus
                  penderse al cantar el gallo —o como el fantasma del padre de
                  Hamlet.)



                         12 de mayo. Permítaseme comenzar con hechos, con
                  meros y escuetos hechos, verificados con libros y números, y de
                  los cuales no puede haber duda alguna. No debo confundirlos
                  con experiencias que tendrán que descansar en mi propia ob
                  servación, o en mi memoria de ellas. Anoche, cuando el conde
                  llegó de su cuarto, comenzó por hacerme preguntas de asuntos
                  legales y en la manera en que se tramitaban cierta clase de ne
                  gocios. Había pasado el día fatigadamente sobre libros y, sim
                  plemente para mantener mi mente ocupada, comencé a reflexio
                  nar sobre algunas cosas que había estado examinando en la
                  posada de Lincoln. Hay un cierto método en las pesquisas del
                  conde, de tal manera que trataré de ponerlas en su orden de
                  sucesión. El conocimiento puede de alguna forma y alguna vez
                  serme útil.
                         Primero me preguntó si un hombre en Inglaterra puede
                  tener dos procuradores o más. Le dije que si deseaba podía
                  tener una docena, pero que no sería oportuno tener más de un
                  procurador empleado en una transacción, debido a que sólo
                  podía actuar uno cada vez, y que estarlos cambiando sería se
                  guro actuar en contra de su interés. Pareció que entendió bien lo
                  que le quería decir y continuó preguntándome si habría una difi
                  cultad práctica al tener un hombre atendiendo, digamos, las
                  finanzas, y a otro preocupándose por los embarques, en caso de
                  que se necesitara ayuda local en un lugar lejano de la casa del
                  procurador financiero. Yo le pedí que me explicara más comple




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