Page 48 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                  sión y terror cuando vi que todo el hombre emergía lentamente
                  de la ventana y comenzaba a arrastrarse por la pared del casti
                  llo, sobre el profundo abismo, con la cabeza hacia abajo y con
                  su manto extendido sobre él a manera de grandes alas. Al prin
                  cipio no daba crédito a mis ojos. Pensé que se trataba de un
                  truco de la luz de la luna, algún malévolo efecto de sombras.
                  Pero continué mirando y no podía ser ningún engaño. Vi cómo
                  los dedos de las manos y de los pies se sujetaban de las esqui
                  nas de las piedras, desgastadas claramente de la argamasa por
                  el paso de los años, y así usando cada proyección y desigual
                  dad, se movían hacia abajo a una considerable velocidad, de la
                  misma manera en que una lagartija camina por las paredes.
                         ¿Qué clase de hombre es éste, o qué clase de ente con
                  apariencia de hombre? Siento que el terror de este horrible lugar
                  me esta dominando; tengo miedo, mucho miedo, de que no haya
                  escape posible para mí. Estoy rodeado de tales terrores que no
                  me atrevo a pensar en ellos...



                         15 de mayo. Una vez más he visto al conde deslizarse
                  como lagartija. Caminó hacia abajo, un poco de lado, durante
                  unos cien pies y tendiendo hacia la izquierda. Allí desapareció
                  en un agujero o ventana. Cuando su cabeza hubo desaparecido,
                  me incliné hacia afuera tratando de ver más, pero sin resultado,
                  ya que la distancia era demasiado grande como para proporcio
                  narme un ángulo visual favorable. Pero entonces ya sabía yo
                  que había abandonado el castillo, y pensé que debía aprovechar
                  la oportunidad para explorar más de lo que hasta entonces me
                  había atrevido a ver. Regresé al cuarto, y tomando una lámpara,
                  probé todas las puertas. Todas estaban cerradas con llave, tal
                  como lo había esperado, y las cerraduras eran comparativamen
                  te nuevas. Entonces, descendí por las gradas de piedra al corre
                  dor por donde había entrado originalmente.
                         Encontré que podía retirar suficientemente fácil los ce
                  rrojos y destrabar las grandes cadenas; ¡pero la puerta estaba
                  bien cerrada y no había ninguna llave! La llave debía estar en el
                  cuarto del conde. Tengo que vigilar en caso de que su puerta
                  esté sin llave, de manera que pueda conseguirla y escaparme.
                  Continué haciendo un minucioso examen de varias escalinatas y
                  pasadizos y pulsé todas las puertas que estaban ante ellos. Una
                  o dos habitaciones cerca del corredor estaban abiertas, pero no
                  había nada en ellas, nada que ver excepto viejos muebles, pol
                  vorientos por el viento y carcomidos de la polilla.



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