Page 253 - Velasco y la independencia nacional
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Velasco en la Conciencia Juvenil: Huellas, Memorias y Lenguajes • Erick Tejada Sánchez
desde el conservadurismo cuasi instintivo y visceral, pero sobre todo profundamente egoísta, que parece impregnar a muchos de nosotros. Por lo demás, la relativa frustración a largo plazo de su proyecto8 ha provocado que Velasco haya quedado condenado a permanecer en el epicentro de todas las polémicas, muy alejado del estatus consensual de padre fundador que quizá, acorde con su propia vocación y la am- bición de su proyecto político –la segunda independencia nacional-, él mismo hubiera preferido.
Pero de regreso a los puntos de contacto entre el velas- quismo y las inquietudes que hoy nos asedian, podría consi- derarse en primer lugar el atractivo que despierta el carácter modernizador e incluyente de su programa de reformas. A pesar de todos los devaneos posmodernistas –que varios de nosotros hemos padecido-, los valores modernos como la li- bertad, la igualdad, la seguridad o la prosperidad9 siguen teniendo un lugar más que significativo en nuestras expecta- tivas personales y en las de nuestras sociedades. La concre- ción de estas aspiraciones, vale decir, la inclusión efectiva de las personas y de las colectividades en ellas, sigue siendo la agenda mínima que nuestros sistemas político y económi- co cuando menos en teoría persiguen y de la cual extraen, en buena cuenta, su propia legitimidad. Ergo, no por incon-
8 “El fracaso del velasquismo fue una frustración múltiple: como proceso de industrialización, como construcción de un nuevo Estado, como generación de un nuevo orden global, como nacimiento de una comunidad política y, también, como redefinidor de la misión de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, dejó una honda huella en la sociedad y en la historia peruanas, ya que significó una suerte de revolución ideológica de las expectativas y demandas de la población, particularmente de origen popular. La sociedad se democratizaba y adquiría un rostro plebeyo” (Adrianzén, 2009: 63).
9 “En el ideal moderno, [...] respeto y servicio mutuos se dirigen al cumplimiento de nuestros fines más comunes: la vida, la libertad, el sostenimiento de uno mismo y de la propia familia. La organización de la sociedad [...] no depende de su forma inherente, sino de su ventaja instrumental. [...] La seguridad y la prosperidad pasan a ser los fines principales de la sociedad organizada” (Taylor, 2006:26). Subráyese además que la modernidad no es, de ninguna manera, un fenómeno exclusivamente occidental.
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