Page 308 - Velasco y la independencia nacional

VELASCO Y LA INDEPENDENCIA NACIONAL • La RevoLución continúa
V: Poder Ejecutivo, Título VI: Poder Judicial, Título VII: Ré- gimen interior de la República, Título VIII: Fuerza pública, Título IX: Disposiciones generales, Título X: Observancia de la Constitución y su revisión.
La debilidad de las estructuras organizadas en conceptos y no en instituciones es que, con frecuencia, las articulacio- nes que deben existir en torno a los propósitos prácticos cen- trales de la Constitución se pierden, y esta tiende a parecer una suma de conceptos inconexos. Caso típico ocurre cuan- do se intenta dividir la Constitución entre lo que algunos constitucionalistas llaman la parte “dogmática” y la parte “orgánica” de la Constitución; o entre el “régimen de gobier- no” y el “régimen económico”, llegan incluso a hablar de la “constitución económica” por contraste con la “constitución social”, como si la Constitución fuese una suma de compar- timentos separados, y no una unidad que descansa en pro- pósitos políticos y morales para el gobierno de la nación, que son comunes a todo el articulado.
Manuel Vicente Villarán llamó a la Constitución de 1828 la “madre de las constituciones”. Y en efecto, tiene algo de eso, porque es la Constitución que los sucesivos textos ten- dencialmente siguieron, cada vez más conceptuales, más extensos, y más interesados en la enumeración de derechos individuales, y en los encuadres doctrinarios, antes que en organizar el buen gobierno y atender las demandas de la so- ciedad real. En el siglo XX, los debates constitucionales han tendido a librarse en los escenarios doctrinales, antes que, en el escenario real de las demandas e intereses de las poblacio- nes del territorio nacional, en busca de acuerdos que hagan viables sus aspiraciones.
Tiempo después Jorge Basadre hizo notar este desvío, cuando se refirió a la esterilidad de los “ciclos doctrinarios”
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