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Camino a casa, sentimos una reverencia única por la vida y por el amor que viene de aquellos
quienes se acercan tanto a la muerte. En los siguientes días había un espíritu especial en nuestra
casa. Nuestros dos hijos mayores estaban más cercanos a su hermanito. Mi esposa y yo estábamos
más cercanos el uno al otro y todos estábamos más cerca como familia. La vida tomo un paso me-
nos estresado para nosotros. Nuestra perspectiva se veía más enfocada y balanceada. Nos sentía-
mos bendecidos. Nuestra gratitud era verdaderamente profunda. Pero ahí no termina la historia.
Casi un mes después del accidente, Brian se despertó de su siesta y dijo:
Sentate mami, tengo algo muy serio que decirte.
A esta edad, Braian generalmente hablaba con pequeñas frases, así es que mi mujer se sor-
prendió de la oración tan larga que uso. Ella se sentó con en su cama y él empezó a narrar su
historia maravillosa y sagrada.
¿Te acordás cuando quede atrapado abajo de la puerta del garaje? Bueno, estaba muy pesada
que me dolía mucho. Yo te llamaba y no podías oírme, me asusté y empecé a llorar, pero entonces
me dolía más fue entonces cuando llegaron los pajaritos.
¿Los pajaritos? le pregunto confundida mi esposa.
Sí, le contesto él. Los pajaritos hacían un ruido especial y volaron hacia el garaje y me cuida-
ron.
¿Te cuidaron?
Sí, dijo él. Uno de los pajaritos te fue a buscar a vos. Te fue a decir que yo estaba atrapado bajo
el portón.
Una dulce sensación de reverencia lleno el cuarto. El espíritu era tan fuerte y a la vez mas
ligero que el aíre. Mi esposa se percató de que un niño de tres años no tendría idea de la muerte y
de espíritus, así es que se estaba refiriendo a seres que venían del más allá, llamándolos “pajaritos”
porque volaban en el aire.
¿Como eran esos pajaritos? le pregunto ella.
Braian contesto:
Eran tan hermosos, estaban vestidos de blanco, todos de blanco. Algunos tenían verde y blan-
co, pero otros solo de blanco”.
¿Te dijeron algo?
Si, el contesto. Me dijeron que el bebé estaría bien.
¿El bebé? mi esposa preguntó confundida.
Braian contesto:
Si, el bebé estaba aplastado en la puerta del garaje, continuó. Vos saliste y abriste el portón del
garaje y corriste a donde estaba el bebé. Le dijiste al bebé que se quedara y no se fuera.
Mi esposa casi se desmaya al oír esto, ya que en efecto ella se había se inclinado junto a Braian
y al ver su pecho herido y sus facciones, sabiendo que ya estaba muerto, miro hacia arriba, alre-
dedor y dijo: 28