Page 19 - APERTURA CIENTIFICA - EQUIPO 7
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Por lo que se refiere a la Luna, señaló que mostraba siempre la misma cara a la
Tierra y esto se podía explicar a través de la existencia de una fuerza magnética
entre ambas que hacía que se viese el polo del satélite atraído por la Tierra. Estos
razonamientos, ampliados, le valieron asimismo para justificar la órbita elíptica
descrita por nuestro planeta alrededor del Sol. Suponiendo que este último también
era un imán, conjeturó que la mitad del año la fuerza magnética solar repelería a la
Tierra aumentando la distancia entre ambos, mientras que la otra mitad del año, la
atraería. Como se supo más tarde, esta teoría era tan ingeniosa como errónea y la
órbita elíptica se debía al decrecimiento cuadrático que experimenta la gravedad
con la distancia.
Esta equivocación respecto al
movimiento de los cuerpos celestes
no les quita valor a las grandes
aportaciones de Gilbert a la ciencia.
Fue él quien demostró
experimentalmente que el
magnetismo implicaba la acción a
distancia de una fuerza, lo cual
alentó a otros astrónomos y físicos
como Johann Kepler, Robert
Hooke, Christopher Wren, y
posiblemente al propio Newton, a
pensar en la gravitación universal
como algo análogo al magnetismo.
Por otra parte, su descripción
cualitativa del magnetismo es
prácticamente completa. Descubrió
la dirección del campo magnético
interno de un imán, así como la
zona de máxima atracción sobre los
objetos: los polos magnéticos. Observó que es imposible obtener un polo aislado ya
que, al partirlo, los fragmentos se comportan como imanes completos. Exploró
asimismo los procesos de magnetización y desmagnetización. En el libro quinto, por
ejemplo, llegó a aproximarse a la idea de campo magnético y expuso, de forma
detallada, el campo dipolar de la terrella. Lo que le faltó a Gilbert fue enfrentarse al
problema de la cuantificación de la atracción magnética más allá de sus
comparaciones entre magnetita «fuerte» y «débil». En su honor se dio su nombre a
la unidad de fuerza magnetomotriz en el sistema CGS.
Gilbert murió el 30 de noviembre de 1603 en Londres. Su último libro fue publicado
en Ámsterdam en 1651. Titulado “De Mundo Nostro Sublunari Philosophia Nova”,