Page 3 - APERTURA CIENTIFICA - EQUIPO 7
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En el Almagesto, entre otras cosas, Ptolomeo expuso a “favor” del geocentrismo, el
                  que  ya había  sido  defendido  por  otros pensadores, por ejemplo,  Aristóteles.  No
                  obstante,  en  consideración  a  que  este  modelo  no  explicaba  muy  bien  algunos
                  fenómenos, realiza algunas modificaciones de carácter geométrico al modelo, como
                  el desplazamiento de la Tierra del centro.

                  Parece que la discrepancia con relación al Almagesto se basó, principalmente, en
                  las siguientes razones: una razón filosófica: el Sol, al ser la fuente de luz principal,
                  debe  ser  el  centro  del  universo;  una  razón  teórica  de  simetría:  el  sistema  de
                  Ptolomeo, al usar ecuantes y excéntricos, es de carácter irregular; y una razón de
                  simplicidad:  el  sistema  de  Ptolomeo,  al  tener  un  mayor  de  “círculos”,  es  más
                  complejo.

                  Copérnico, así, con base a sus reflexiones alternativas a las de Ptolomeo, escribió
                  “De hypothesibus motuum coelestium a se constitutis commentariolus” (en español,
                  Comentarios sobre las hipótesis de los movimientos de los objetos celestes a partir
                  de sus disposiciones), cuya producción de carácter cualitativa se rehusó a socializar
                  públicamente, restringiéndose sólo a un grupo pequeño de amistades, pues, tenía
                  temor a las posibles críticas en el caso de no ser capaz de probarlas.

                  A partir de la segunda exigencia, Copérnico, inicia el abandono del geocentrismo,
                  el que queda más claro en la tercera exigencia, donde el Sol, a pesar de no ser
                  colocado exactamente en el centro de los orbes, lo deja casi en una posición central.

                  Sumado a lo anterior, los estudiosos de la época hallaban constantes errores en el
                  calendario  juliano,  el  que  también  había  sido  elaborado  con  base  en  el  modelo
                  geocéntrico.

                  Sobre este escenario, no pasaría mucho tiempo en que se comenzaría a cuestionar
                  seriamente  el  modelo  señalado,  ante  lo  cual,  la  Iglesia,  comienza  a  buscar  a
                  intelectuales  que  pudieran  dar  respuesta  divina–racional  al  porqué  de  tales
                  incongruencias entre lo teórico y lo observacional. De esta manera, por encargo del
                  Papa  León  X,  Nicolás  Copérnico,  es  invitado  a  la  reformulación  del  calendario
                  eclesiástico.

                  Tras  la  consulta  encomendada,  Copérnico,  parece  haber  percibido  que,  las
                  incongruencias que le habían señalado se debían a la incerteza de los movimientos
                  celestes,  lo  cual,  exigiría  necesariamente  una  reformulación  en  la  astronomía
                  aristotélica-ptolemaica, cuya respuesta, en parte, se encontraba en el trabajo que
                  había estado desarrollando silenciosamente.

                  Así, Copérnico, habría continuado trabajando en su obra inicial durante varios años,
                  cuyas  ideas,  serían  cristalizadas  en  su  efervescente  obra  intelectual  teórica-
                  matemática,  De  revolutionibus  orbium  coelestium  (en  español,  Sobre  las
                  revoluciones  de  los  orbes  celestes),  la  cual,  aun  materializada  en  1530,  su
                  divulgación, tendría un retraso de 13 años.
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