Page 154 - SUEÑA Y ESCRIBE 6 A 9
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     Somos un solo planeta en casa
                               momento  a  su  arduo  trabajo.  Por  eso  el  caracol
                               poseía  conocimientos  de  muchos  temas:  de  las
                               lluvias, las sequías, de mediciones… en fin sabía de
                               todo un poco.
                               Un día Juan notó que el clima tenía variaciones, se
                               preocupó y fue a donde Augusto el pelícano quien
                               era  el  encargado  de  esos  asuntos.  Como  era
                               costumbre  el  pelícano  lo  miró  con  desdén  fingió
                               escucharlo y no lo tomó en cuenta.  Juan sabía que
                               no había sido escuchado, subió al copo más alto del
                               viejo  roble  y  empezó  a  hacer  cálculos  sobre  esas
                               variaciones. Hablaba con sí mismo, con el transcurrir
                               del  tiempo  comenzó  a  sentirse  muy  a  gusto  en  el
                               árbol, parecía como si el roble, con el mover de sus
                               ramas lo alentarán a seguir. Era como si por primera
                               vez alguien escuchara lo que él tenía que decir.
                               Al  cabo  de  doce  días  pudo  descifrar  el  misterio.
                               Confirmó  que  una  terrible  tormenta  se  acercaba.
                               Por una vieja paloma que arribó al abrigo del roble
                               supo que al norte todo era desolación. Sin pensarlo
                               dos veces corrió a donde el alcalde y le notificó de la
                               inminente catástrofe. Al escucharlo se rieron de él y
                               lo expulsaron fuera de allí. Desconsolado el caracol
                               subió al roble. Lloro y lloro, en el momento que sus
                               lágrimas  tocaron  la  corteza  del  roble,  este  poco  a
                               poco se despertó; sabía que alguien lo necesitaba.
                               Juan se sorprendió al ver hablar al roble, se llenó de
                               miedo  y  huyó  tan  rápido  como  su  cuerpo  se  lo
                               permitió, en el  instante en que  llegaba a su casita
                               recordó lo mucho que a él lo hería no ser escuchado
                               y regresó a donde el señor roble. Éste comprendió
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