Page 47 - Libro para Angi
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MARiA ANTONIETA  OSORNIO  RAMiREZ


           para compartir con otro ser humano mi dolor, tristezas, rencores, odios
           y desesperanzas. Pasara lo que pasara. estuviera como estuviera, estaba
           conmigo. Empece a sentirme con la libertad de tomar las decisiones que
           yo  quisiera  y  a  sentirme  respetada.  Marcela recibi6  todo  mi  enojo,
           coraje, frustraci6n y tristeza. Acept6 mi alma negra y esper6 paciente-
           mente a que  poco a poco saliera la mugre, el  lodo y la suciedad que
           albergaba mi coraz6n. Con ella era dejarme caer en un cokh6n suave,
           donde podfa descansar para despues continuar la lucha. Me ensefi6 a
           abrir el coraz6n y gracias a eso, mi vida empez6 a transformarse.
                 Marcela dice que no hay buenos terapeutas, sino buenos sujetos
           de terapia y que lo logrado en mi proceso de desarrollo es porque Io he
           hecho yo. En cierta forma, tiene raz6n. Yo me esforce y sigo hacienda
           cuanto me pide en la terapia porque estoy convencida de que trabajando
           y luchando una sale adelante. Por otra parte, su calidad humana es lo que
           ha hecho de ella una excelente terapeuta. Desde un principio se asom6
           a ver mi alma en agonfa, sin considerar a Ia invalida amargada, cuya
           vida no tenfa remedio. Vio en mf al verdadero ser que esta en evoluci6n
           y desarrollo. Vio a la esencia divina con la que Dios nos ha dotado a
           todos  y  que  se  llama amor.  Tuvo  fe  en  que,  si  yo  trabajaba,  si  me
           esforzaba, esta esencia aflorarfa e impregnarfa mi vida. En pocas palabras,
           me ensefi.6 el camino para que, sin importar las condiciones externas,
           internamente pudiera construirme en el amor. Marcela no siempre fue
           duke. A veces, porque era necesario, utilizaba su fuerza y severidad. No era
           cuesti6n tratarme "bien", sino de responder con lo que yo necesitaba. En
           ocasiones me deda palabras dukes, otras, severas; otras, solo escuchaba y
           el contacto con sus ojos era suficiente para quedarme en paz.
                 Marcela me ha dado dos de los regalos mas hermosos que un ser
           humano puede recibir: El primero haberme ensefiado el camino para
           reconciliarme con mi  madre.  Desde pequefia la relaci6n con ella fue
           diffcil y distante. Nunca nos llevamos bien y siempre estuve resentida.
           A traves del trabajo terapeutico me reconcilie y la convertf en uno de
           mis grandes amores.
                 La segunda gran dadiva foe el grupo de terapia con el que empece
           a trabajar y crecer. Mari Tere, Angeles, Marcela, Paty, Hector, Francis-
           co, Roberto, Monica, Coy a y Jaime, han sido un apoyo invaluable en el

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