Page 58 - Mitos y otros relatos de la Antigua Grecia
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Alejandro sucedió a su padre que fue asesinado, seguramente para tratar de evitar la creciente supremacía que iba teniendo Macedonia sobre Grecia y así el joven se hizo cargo del trono que dejó Filipo II, teniendo solamente veinte años de edad.
Tras haber suprimido las oposiciones que se le presentaron dentro de su Macedonia, en el 334 a.C. encaró una campaña militar que fue tremenda, sustentadas en un ejército poderoso (ya preparado vigorosamente por su progenitor) y así en sólo trece años logró con sus interminables triun- fos avanzar con sus conquistas desde su natal Macedonia, conquistando Egipto (en África), donde se lo reconoció como un faraón más, creando en el delta del Nilo, la ciudad de Alejandría en el 332 a.C.
Luego, siguiendo hacia oriente y ya en el Imperio Persa Aqueménida entra a Susa y Persépolis, donde se apodera de sus tesoros y en su avance, que parecía imparable, va creando ciudades, hasta llegar al río Indo (en Asia) y así concretar el sueño de su padre, conquistar a Persia.
Irene Vallejo nos cuenta que, según Plutarco, Alejandro fue fundando a lo largo de sus conquistas setenta ciudades, a las que “como esos niños que pintan las paredes con su nombre”, él fue creando sucesivas Alejandrías, las que señalaron su camino desde la actual Turquía hasta el río Indo.
Aunque su deseo arrasador era el continuar sus luchas hasta llegar a formar un “imperio universal”, fueron sus tropas agotadas quienes se plantaron ante ese propósito y en circunstancias poco claras, a los 33 años murió sin poder concretar ese delirante anhelo.
Y, a su imprevista muerte y sin un heredero claro, los territorios conquis- tados se dividieron entre sus generales, quienes lo habían acompañado en esa enorme gesta (cada uno con sus ambiciones personales) para que en- cabezaran (tras veinte años de guerras intestinas) tres reinos helenísticos, un reino en Egipto, otro en Macedonia y el tercero en Siria y el cercano oriente, todos ellos con la gran impronta política y cultural griega que se mantendría los tres siglos subsiguientes, hasta que ya en el 31 a.C. finalizó este período Helenístico con la conquista romana al reino Ptole- maico de Egipto, al derrotar Augusto a Cleopatra VII descendiente del general Ptolomeo.
Y así, el general César Augusto Octaviano, sobrino nieto de Julio César,
pasó a ser el primer emperador romano.
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