Page 97 - Mitos y otros relatos de la Antigua Grecia
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ya tomarla por esposa, aunque le prometió que la amaría por siempre como su árbol predilecto y que con sus hojas coronaría su cabeza y que sería de ahí en más el símbolo para homenajear a los triunfadores.
ARTEMISA diosa de la luna y de la cacería, hermana gemela de Apolo. Desde joven, le pidió a su padre Zeus que quería permanecer soltera y por ello también era la diosa helénica de la vir- ginidad, de las doncellas y aliviaba las enferme- dades de las mujeres. Como en la Época Helenística posterior asumió el papel de ayudante en los partos, acabó siendo identificada con Selene, que era una titánide diosa griega de la Luna y con la diosa romana Diana.
La infancia de Artemisa no está recogida en
ningún mito conservado, pero en La Ilíada se
reducía la figura de la pavorosa diosa a la de una
muchacha que, tras haber sido azotada por Hera por ser hija ilegítima de su esposo Zeus, buscaba consuelo en el regazo del dios.
  Se cuenta que, siendo muy niña, mientras estaba sentada en las rodillas de su padre, pidió le concediese nueve deseos,
* Permanecer siempre virgen
* Tener un arco con flechas y una túnica para poder cazar
* Tener muchos nombres para diferenciarse de su hermano
* Tener sesenta hijas (hijas de Océano) de nueve años para su coro y veinte
    ninfas para cuidar a sus canes y a su arco mientras ella descansaba.
* No pidió que se le dedicase ciudad alguna, pero sí gobernar sobre las montañas y poder ayudar a las mujeres en el trance del parto. Todas sus acom- pañantes debían (como ella) permanecer vírgenes bajo pena de implacables
 castigos.
* Además recibió siete perras y seis perros de regalo y prontamente cazó a
 seis ciervos de hermosa cornamenta para tirar de su carro.
También gustaba recorrer los bosques, armada con arco y flechas y seguida por sus amados animales salvajes (así se la representa) y también el ciervo y el ciprés le estaban consagrados.
Hermana melliza de Apolo, era una diosa que protegía a los cazadores y a los hombres puros e inocentes, pero también era muy vengativa. Una de las víctimas de su furia fue el príncipe y cazador tebano Acteón, quien
  Dr. Juan Carlos Miller |95|
 















































































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