Page 99 - Mitos y otros relatos de la Antigua Grecia
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Cuando Dionisio fue admitido en el Olimpo, Hestia le cede su puesto en el consejo de los doce dioses, mostrando así su carácter pacifista, pues además no se le conocen conflictos con otras deidades, como ocurría frecuentemente entre los dioses griegos. Dionisio fortaleció entonces su categoría de dios olímpico y ella se dedicó de lleno al cuidado del fuego sagrado del recinto de los dioses, siendo Hermes su sobrino favorito.
Ha sido venerada en muchos templos (Atenas, Olimpia, Esparta, etc.) y es re- presentada con un velo que cubre su cabello y cae por su espalda, viéndosela portar una antorcha, representativa del calor hogareño y también emblema de la vida que ardía en el pecho de todos los mortales.
[...] El Oráculo de Delfos fue también un templo de la diosa Hestia antes de serle ofrendado a Apolo.
En los pueblos antiguos, no sólo los latinos sino también en otras culturas, se solía mantener un fuego comunitario (focus publicus) con el fin de proveer una llama eterna siempre disponible para el caso de que el fuego del hogar familiar se apagase accidentalmente. A medida que la sociedad fue evolucionando (al menos en Grecia y Roma) este fuego pasó a ser sinónimo de familia y unidad, ganando así una gran importancia simbólica.
  Hestia (Vesta, de los romanos) con las vírgenes vestales cuidando el fuego hogareño, siendo el origen de estas sacerdotisas más tardío en el tiempo, pues datan desde los inicios romanos etruscos (llamados Tirrenos por los griegos) y predecesores de Roma. Fueron ellas quienes mantuvieron durante mil años encendido ese fuego sagrado de Roma, hasta que el empera- dor Teodosio las obligara a extinguirlo en el año 391, antes de la caída de Roma. Así la extin- ción del fuego comunitario pasó a ser presagio de infortunio.
  Dr. Juan Carlos Miller |97|
 




























































































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