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GÉNERO Y SALUD EN CIFRAS
Del mismo modo, se enfatiza la
importancia de tomar en cuenta la
interrelación que puede encontrarse
entre padecimientos mentales y
condiciones de salud consideradas
de orden más físico, como la
diabetes, trastornos cardiovasculares,
cáncer, VIH-SIDA, entre otros, a
cuya co-presencia se denomina
comorbilidad. Al respecto, Vargas y
Villamil identifican una prevalencia
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de depresión en pacientes
hospitalizados/as por algún problema
de salud que va del 10% al 14% y en
pacientes ambulatorios/as oscila
entre el 9% y 16%. Dicha comorbilidad
intensifica el grado de afectación de
la calidad de vida de la persona, y
con ello, la probabilidad de cometer
suicidio, debido a un menor apego
al tratamiento, un aumento de la
discapacidad; además de generar
una mayor demanda en el uso de
servicios y costos de la atención.
Otro dato que indica las diferencias
por género es respecto a la utilización
de los servicios de salud mental;
a nivel nacional e internacional se
identifica que las mujeres acuden
más a los servicios de salud que los
hombres. Estudios con personas
diagnosticadas con esquizofrenia
revelaron diferencias por género,
siendo las mujeres quienes tienden
a manifestar una actitud más
favorable hacia los servicios de
salud mental, quienes acuden más
tempranamente a buscar atención
e incluso, experimentan menos
recaídas en comparación con los
hombres. 24,25
Discriminación estructural
La discriminación estructural o
institucional como también se le
conoce, se refiere al conjunto de
normas, políticas y procedimientos
de entidades públicas y privadas,
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que deliberadamente restringen
los derechos y oportunidades de
las personas con padecimientos
mentales, legitiman las diferencias
de poder y reproducen las
inequidades y la exclusión social.
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En este sentido, la atención a la
salud mental se ha visto sometida a
un proceso de exclusión dentro del
mismo entorno político y sanitario
que se traduce en una carencia de
recursos y estrategias de atención
adecuadas para la reinserción de
las personas que los padecen. De
acuerdo con estimaciones nacionales
e internacionales, los recursos
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para la salud mental además de ser
escasos, están distribuidos de forma
no equitativa y son utilizados en
forma deficiente, por lo que, a pesar
de que se dispone de tratamientos,
casi las dos terceras partes de las
personas que se ven afectadas por
un padecimiento de este tipo, no
acuden a recibir atención médica.
Con relación a esto, la OMS estima,
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en el caso de los países de medianos
y bajos ingresos, que entre un 76%
y un 85% de las personas con este
tipo de padecimientos no recibe
tratamiento; mientras en los países
de mayores ingresos, la cifra oscila
entre un 35% y un 50%. Por su parte,
organizaciones no gubernamentales
dedicadas a la defensa y protección
de derechos de las personas con
trastornos mentales señalan que al
menos una de cada tres personas
ha sido objeto de estigma y
discriminación en los servicios de
salud a nivel mundial. 26
Por otro lado, los altos costos que
implican la atención al padecimiento,
son comúnmente absorbidos
por la familia, debido a que los
diversos sistemas de salud y seguros
médicos privados no cubren este
tipo de atención o en el caso de
los primeros, lo hacen de manera