Page 169 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
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Ahora, Arroyuelo saltarín, como si tú también tuvieras poderes fantasmagóricos,
estamos dentro del cuarto de las jóvenes (eres prueba viva de lo entrometidos
que pueden resultar los lectores).
Es de noche y no se ve absolutamente nada.
—¿Juanita?
—¿Qué?
—¿Ya te dormiste?
—No, no puedo.
—¿Por Fermín?
—No, no creo, llevo un rato dando vueltas y vueltas.
—Es que te quería decir una cosa.
—¿Qué?
—¿Me juras que no vas a decir que estoy loca?
—Te lo juro.
—Es que siento que han estado pasando cosas raras en la casa. Primero lo del
libro que desapareció, luego lo del recogedor…
—¿Tú también lo sentiste? —interrumpió Juanita a su compañera.
—¿La presencia en la cocina?
—¡Sí!
Entonces las muchachas estallaron con una serie de alaridos, prendieron el foco
de cuarenta watts que ya habíamos conocido con anterioridad, y se quedaron en
vela (o mejor dicho, en foco) toda la noche, convencidas de que en la casa había
un fantasma.