Page 186 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
P. 186
Mientras tanto, a esa misma hora, yo entraba de nuevo a Un dragón morado y
otros contratiempos.
Llegué al café y Grete estaba sentada en la misma mesa de la vez anterior, pero
ahora en compañía de un muchacho; supuse que era el famoso Antonio. Sin
darle la menor importancia a ese hecho me dirigí a la barra, en donde me
encontré con Lorena.
Sí, mi querido Kidman y Kidman, lo has adivinado, Lorena iba a ser la persona
en quien volcaría mis atenciones para darle celos a Grete.
—¿Cómo estás, preciosa? Te traje algo —le dije a la joven mientras le entregaba
un ramo de flores moradas que había cortado en el sendero que me condujo hasta
El Tomo Olvidado.
—¡Están bellísimas!
—Como tú —dije volteando de reojo hacia la mesa de Grete para tratar de ver su
reacción: reía a carcajadas.
En ese momento me di cuenta de que ella estaba haciendo exactamente lo mismo
que yo. Me daba celos con alguien. Era claro que estaba perdidamente
enamorada de mí.
Me porté de lo más atento con Lorena: la ayudé a cargar una caja muy pesada;
caminé de regreso hasta la página en blanco para recoger un recado que le
mandaba un lejano primo, personaje de otro libro, e incluso me tendí (recuerda
que “ninguna arruga descompone mi tersura”) como si fuera una jerga, para que
sus delicados pies no pisaran el lodazal que habían dejado unos piratas al entrar
al local.
Estaba a punto de abandonar el libro suponiendo que la tarea de los celos estaba
más que cumplida, cuando precisamente uno de los sucios piratas le gritó a
Lorena desde su mesa.
—Oye, tú, ¿qué no ves que mi tarro está vacío? ¡Llénamelo de nuevo!
Era mi oportunidad de cerrar con broche de oro. Así que fui hasta la mesa de los