Page 202 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
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Lorena tenía que ir a su lancha, pero antes me pidió que la abrazara para desearle
suerte. Fue un abrazo cortito, de dos segundos quizá. Sin embargo, fue suficiente
para marear a mis ocho mentes y lograr que mis corazones interpretaran a dúo un
magnífico concierto de latidos en do mayor.
Cuando ella se fue yo me quedé suspirando en el muelle. Allí pude darme cuenta
de que el desfile de las lanchas alegóricas era todo un acontecimiento para los
habitantes de Un dragón morado y otros contratiempos.
Los personajes más imaginativos creaban verdaderas obras de arte en las lanchas
(los de imaginación corta, como Grete, se limitaban a pasearse por la orilla del
lago).
En esta ocasión había una gran inquietud por conocer la lancha que habían
adornado los empleados de El Tomo Olvidado. Así es, ésa era la lancha de
Lorena. Su obra se titulaba Desde los ojos del mar.
El desfile inició con la simulación de una batalla entre piratas. Estuvo buena,
pero nada del otro mundo. Al verme entre el público del muelle, el corsario que
había molestado a Lorena se quitó el sombrero en señal de respeto y siguió con
su guerra en miniatura.
Después pasaron algunas lanchas que representaban una puesta de sol. Estuvo
mejor que la batalla de los piratas, aunque para mi gusto les faltó trabajo de
actuación al sol y a un par de estrellas que brotaron durante la representación. Se
notaban algo tiesos.
Y entonces con Desde los ojos del mar llegó el encanto.
La embarcación de Lorena era menos espectacular que las anteriores, pero
precisamente en la sencillez estaba escondida toda su gracia. Era una lancha que
representaba a una lancha. Y eso no era poca cosa. Disfrázate de ti mismo y
verás lo complicado que resulta.
La barca estaba a punto de pasar frente al muelle pero sólo se veían dos
personajes sobre la cubierta: el lanchero y su ayudante. De Lorena, ni sus luces.
Se detuvieron frente al público y fue allí cuando me di cuenta de que la noche
había caído. Noche cerrada.