Page 44 - ¿Quién fue mi abuela Emilia?
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MI ABUELA Emilia se casó teniendo apenas dieciocho años, mientras que mi
abuelo tenía unos cuarenta y cinco. Sin embargo, no le habrá sido difícil a Jesús
convencer a Carlos y Matilde de permitirle a su hija casarse con él; seguramente
creían que él era un tipo de dinero y un buen partido para ella: un hombre
maduro, refinado y con un buen negocio. Aunque hoy en día puede parecer que
con dieciocho años se es muy joven para casarse, en ese entonces era lo que se
esperaba de una mujer de esa edad —en aquella época una mujer mayor de
veinte ya se consideraba “quedada”, y los padres buscaban colocar rápidamente
a sus hijas para asegurarles un buen futuro—. Tras más de un año de noviazgo,
supongo que Jesús habrá tenido tiempo suficiente para enamorar a Emilia. Él
parece haber estado muy enamorado. En una foto que le dedica, le escribe, con
una caligrafía muy fina: “Para mi Emilia, que es la realización del sueño más
hermoso de mi vida. Tuyo para siempre, Jesús”. Está firmada el 12 de enero de
1920.
Muchos años más tarde, mi abuela me dijo que a los dieciocho años se es
demasiado joven para casarse. Antes del matrimonio, me dijo también, una
mujer tendría que hacer tantos estudios como fuera posible, para llegar a ocupar
las mismas posiciones a las que puede llegar un hombre. La mujer no debería
quedarse en un segundo lugar, supeditada al hombre: debería ser su igual. Por
eso, una mujer tendría que poder llegar a la universidad y terminar una carrera. A
Emilia, sin duda, le hubiera gustado llegar a la universidad, aunque nunca le
pregunté qué le hubiera gustado estudiar.
Mis abuelos se casaron el 16 de mayo de 1921. La boda se realizó en la iglesia
de Nuestra Señora de Guadalupe, mejor conocida como la iglesia del Buen Tono,
una de las más bellas de la ciudad de México, construida por el ingeniero Miguel
Ángel de Quevedo a fines del siglo XIX, junto a la fábrica de cigarros del Buen
Tono, atrás del Mercado de San Juan, en las calles de Ayuntamiento y Ernesto
Pugibet (quien había sido dueño de dicha fábrica y había mandado construir la
iglesia). Tanto la cigarrera como la iglesia fueron emblemáticas de la ciudad
durante muchos años. El Buen Tono fue una de las empresas más importantes
del periodo porfirista y se hizo famosa por sus cigarros “sin pegamento”, pues
antes el papel del cigarro se unía con un pegamento que al final los
consumidores terminaban fumando, lo que hacía al cigarro todavía más dañino.
Un par de años después de que mis abuelos se casaran, la cigarrera iniciaría su