Page 10 - Un abuelo inesperado
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               «¿TIENES MIEDO?», me había preguntado mi madre de camino a la estación.

               «Miedo, ¿de qué?», le contesté. «Así me gusta, cariño. Diviértete y pórtate bien,
               ¿vale?».

               Pocos minutos después, estaba bajando las escaleras mecánicas que me llevaban

               al andén.





               –Anna Karenina era una mujer de la alta sociedad, romántica, enérgica... ¿Te
               gustan los calamares? –me dijo mi vecina de asiento girando la cabeza,
               sacándome de mis pensamientos.


               –¿Cómo? –acerté a decir.


               –A la romana. Rebozados en harina, o en masa Orly.


               –También podrían ser en su tinta, o en salsa americana...


               –Llevas razón, pequeño. Pero estos son a la romana. He comprado un bocadillo
               en el bar de la estación. Los hacen buenísimos. Un poco caros, eso sí, pero
               merece la pena.


               –No, gracias.


               –Para mí que los rebozan en harina de garbanzos, ese debe de ser el truco –me
               dijo con ojos brillantes, como si me hubiese descubierto un gran secreto.


               –Ya.


               –Fueron los jesuitas romanos los que, en tiempos de vigilia, por aquello de darle
               un poco de gracia a lo de comer, decidieron rebozarlos. De ahí el nombre: a la
               romana. Estoy escribiendo un libro de cocina. Todo un reto para mí. ¿Quieres la
               mitad?
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