Page 69 - En estado de GOL
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—Que era una señora muy distinguida, lo cual es cierto, ¿o no?
A decir verdad, tu mamá sí es una persona elegante. Así en jeans, como iba, se
veía joven y bonita. Mi mamá también es una señora guapa.
Mi papá dice que se enamoró de los ojos negros de mi mamá. Son grandes y un
poco jaladitos como los de la abuela y, al igual que los tuyos, son muy
expresivos. Inmediatamente sabes si mi mamá está contenta, enojada o triste, o
si está haciendo una travesura, como comerse un chocolate cuando acaba de
decir que está a dieta.
Mi mamá es una buena persona; con mi hermana y conmigo es muy respetuosa y
también cariñosa. Yo creo que es así de buena onda porque ella también tiene sus
ocupaciones y no está nada más vigilándonos. Así que no se sorprendió porque
mi papá haya hecho un comentario bonito sobre tu mamá. Al contrario, hizo una
broma:
—Si él dice que era distinguida, lo es —dijo.
Yo le guiñé un ojo a mi mamá y allí quedó tu presentación familiar.
Cuando íbamos de regreso a la casa, después de verte la primera vez, mi papá
me dijo que me pusiera abusado porque debías de vivir por allí cerca, ya que tu
mamá y tú iban a pie a la farmacia.
—Nadie va a comprar unas medicinas a pie si no vive a unas cuadras.
Ni modo de decirle que te siguiéramos. Sólo me quedé pensando que si vivías
por allí, tenía que encontrarte otra vez; y sí, dos semanas después te vi en el
súper. Como mi papá, descubrí primero a tu mamá, y como yo iba con la mía le
dije:
—Mira, ma, ésa es la señora que le gustó a mi papá.
—Y aquélla es su hija bonita, ¿no? —sonrió.
Venías hacia las cajas registradoras con un paquete de cereal en la mano. Te
gusta el mismo que a mí. Eso ya era tener alguna información sobre ti. “¡Le
gustan las rueditas de avena con pasas!”, me fui diciendo hasta la casa.