Page 71 - En estado de GOL
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Y la verdad, no le contesté nada. Ni modo de decirle que me parecía la mejor

               tarde del año. Me daban ganas de gritar de la emoción.

               La siguiente vez, sí la debes de recordar. Nos encontramos de frente en la calle
               Zaragoza. Era lunes y hacía viento. Ibas al Instituto de Cultura y yo venía, para

               variar, del karate. Nos vimos de frente y te dije lo que me sugirió mi papá
               aquella vez que te descubrí:

               —Hola, qué tal.


               —Ya te he visto —contestaste.


               —¿Cómo te llamas? —me animé.


               —Paulina, ¿y tú?


               Entonces te dije que vivía en el centro, como tú, porque estaba seguro, tenía
               razón mi papá, si andas a pie es que vives por allí.


               La casa de mis papás era de la familia, es una de ésas muy antiguas con dos
               patios y arcos. Fue una casa que heredó mi papá y que le llevó tiempo restaurar
               porque estaba muy amolada. Cuando mi mamá la vio dijo que no quería vivir
               allí, que la casa estaba cayéndose. Pero la arreglaron, aunque con esfuerzo
               porque vivimos del trabajo de mis papás. Un año componían una cosa y otro,
               otra, y así. Imagínate, de vivir en una casota a cambiarme a un departamento…


               Es como si el campo de futbol midiera la mitad de lo que indica el reglamento.
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